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CLAVES
Columna
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El ‘efecto Starbucks’

Hemos asistido en estas últimas elecciones es a una inmensa operación de portabilidad por parte de consumidores políticos insatisfechos con sus marcas de toda la vida

¿Le cuesta a usted entender que haya gente que en lugar de entrar en el bar de toda la vida y pagar 1,20 euros por un café sea capaz de entrar en un Starbucks y pagar 3,40? Quizá ayude comparar la estética del bar de la esquina (sillas de aluminio, servilletas en el suelo y televisión a todo meter) con las sillas de madera, los cómodos sofás y la conexión wifi gratuita de los nuevos cafés. Pero compare también el café. Antes pensábamos que nuestro bar de toda la vida nos ofrecía muchas opciones: café en taza grande, mediana o vaso; solo, cortado o con leche. Incluso, para los más exigentes, cafés a la medida (manchado, biberón, largo de café, etcétera). Pero detrás de esas aparentes opciones se esconde un hecho evidente: que no se puede elegir el tipo de café (de hecho, todavía hoy, pedir leche desnatada o de soja suele desencadenar un encogimiento de hombros). En un café como Starbucks, por el contrario, se ofrecen 13 tipos de café (desde el aromático y acaramelado Expresso Roast de tostado intenso al luminoso y nítido Willow Blend de tostado suave) y 35 bebidas diferentes en distintos tamaños y presentaciones.

Los nuevos hábitos de consumo obligan a las empresas a ofrecer una experiencia de usuario que incluya conectividad las 24 horas desde cualquier tipo de plataforma, operabilidad total y sin restricciones, calidad de producto y atención al cliente. ¿Alguien alguna vez en un partido político tradicional se ha preguntado cuál es la “experiencia de usuario” de un militante? ¿Y de un votante? ¿No es absurdo pensar que consumidores tan exigentes con su café, su banco o con su compañía telefónica se vayan a conformar con un partido político de toda la vida? Igual que se acabaron el banco y la compañía de teléfonos de toda la vida, se acabó el partido de siempre. En otras palabras, a lo que hemos asistido en estas últimas elecciones es a una inmensa operación de portabilidad por parte de consumidores políticos insatisfechos con sus marcas de toda la vida. Se pongan como se pongan, los nuevos consumidores no van a consumir vieja política. @jitorreblanca

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