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La guerra en Siria hace perder la cuenta

A la imposibilidad de contar los muertos se suma el caos en la inscripción de los vivos

Natalia Sancha

Tras cuatro años de conflicto, la ONU estimaba en marzo de 2015 que 220.000 personas habían perdido la vida en Siria. Tres meses más tarde, el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, con sede en Londres y contador oficial, lo hacía en 320.000. Y ello, asegurando que se trataba de una cifra muy por debajo de la realidad. Contar lo que pasa en Siria, ya sea de forma numérica o narrativa, entraña un riesgo que muy a menudo se paga con la vida. Como le ocurrió al veinteañero Ahmad Mohamed al Musa, el último de los tres activistas del colectivo Raqqa está Siendo Masacrada Silenciosamente, asesinado por el Estado Islámico. De ahí que las cifras bailen, sin que lleguen nunca a testimoniar la terrible realidad que vive el pueblo sirio.

El alcance de la muerte y de la violencia se filtra con cuentagotas. La deserción de un funcionario del régimen sirio en enero de 2014, conocido bajo el pseudónimo de Cesar, arrojaba luz documentando la muerte bajo tortura de 7.000 presos en las cárceles sirias. Según la Red Siria para los Derechos Humanos, otras 117.000 personas habrían sido arrestadas desde el inicio de la contienda. De los calabozos de los yihadistas o de los rebeldes nadie se atreve a hacer estimaciones.

En el bando civil, hasta 50.000 personas permanecen en paradero desconocido, secuestrados por uno u otro bando, arrastrando a sus familias a una interminable búsqueda.

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A la imposibilidad de cifrar los muertos se suma la de hacerlo con los vivos. Más de 36.000 niños sirios nacidos en Líbano no constan en registro alguno. Como tampoco lo hacen otros 45.000 sirios desde que ACNUR dejara de inscribir en enero de 2014 y a petición del Gobierno libanés las nuevas entradas a través de su frontera. Ávidos por solicitar ayudas económicas para asistir a los refugiados, muchas organizaciones no gubernamentales omiten el número de sirios que tras cerca de cinco años de penoso exilio abandonan los países de acogida. Entre ellos se cuentan parte de los 350.000 que han solicitado asilo en Europa este año tras arriesgar la vida cruzando el Mediterráneo.

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