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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Falta la expansión fiscal

La intervención monetaria del BCE está al borde del agotamiento; hay que estimular la demanda

Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo
Mario Draghi, presidente del Banco Central EuropeoMichael Probst (AP)

La política monetaria aplicada por el Banco Central Europeo (BCE) es la que corresponde a una fase de práctico estancamiento de la economía de la eurozona y a una amenaza persistente de deflación. Mario Draghi anunció el jueves una intensificación de los estímulos (la facilidad de depósito se encarece hasta el -0,3%, para que los bancos hagan circular el dinero en lugar de mantenerlo inmovilizado) y una ampliación del programa de deuda en 360.000 millones adicionales. Es verdad que el BCE puede hacer aún más para reforzar el escuálido crecimiento de la eurozona; pero lo que empieza a percibirse es que una política monetaria expansiva no resuelve por sí sola los problemas de crecimiento y tampoco es una pócima irresistible para elevar la inflación.

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Draghi cree —y con frecuencia lo dice— que la expansión monetaria es una condición básica para atajar el riesgo deflacionista y estimular la economía; sin ella no es posible acelerar el crecimiento. Pero para que la facilidad monetaria se concrete en inversión y empleo es necesario que aparezca la decisión de invertir. Aunque se den facilidades monetarias extremas en la eurozona, aunque el euro se haya depreciado frente al dólar, aunque no existan obstáculos al flujo del crédito, la decisión última corresponde al inversor o empresario.

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El mensaje de Draghi recuerda que es el turno de las políticas de estímulo de la demanda, que se corresponden con decisiones nacionales de gasto. Quien pretenda invertir en estos momentos y, por tanto, crecer y crear empleo, tiene que percibir expectativas de demanda que justifiquen su inversión y una rentabilidad marginal del capital que en estos momentos es discutible. En otras palabras, las decisiones del BCE, aunque frenadas por las presiones del Bundesbank, están a punto de agotar su recorrido; y más cuando EE UU se apresta a liquidar su programa de estímulos. Sin expansión fiscal, la expansión monetaria equivale a acelerar en punto muerto.

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