Mascotas con última voluntad
La Universidad Autónoma de Barcelona pone en marcha un programa para que los amos donen a la ciencia los cuerpos de sus animales
La última morada del queridísimo perro o gato no tiene que ser el jardín de casa. La Facultad de Veterinaria de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) quiere que los dueños de animales de compañía sopesen la posibilidad de que también sea la mesa de disección. Se trata de un proyecto, pionero en España, que busca aumentar las donaciones de cuerpos de mascotas para que los estudiantes del centro puedan hacer sus prácticas.
La opción de ceder el cuerpo de estos animales a la ciencia siempre había existido en el Hospital Clínico Veterinario de la UAB, explica Reyes Pla, decana de la facultad. Sin embargo, solo uno de cada 10 propietarios se decidía a dar el paso tras conocer la situación irreversible de su mascota. La idea del programa de donación de cuerpos de animales es aumentar considerablemente esta cifra, aprovechando los más de 16.000 animales que allí se llevan a consulta. En un futuro se espera abrirlo a otros mamíferos, como cerdos vietnamitas, y también a aves y reptiles.
España siempre se ha jactado de ocupar un lugar privilegiado dentro de los rankings que clasifican los países del mundo con más donaciones de órganos y de cuerpos a la ciencia. Pero llegar a ser el primer país por número de entrega de órganos y tejidos y el cuarto en cesión de cadáveres para las prácticas de formación no fue un camino fácil. Pla reconoce que intentar hacer lo mismo con los animales es más complicado. Especialmente cuando hay niños de por medio.
La iniciativa está inspirada en experiencias que ya se desarrollan en centros como la escuela de medicina de la Ross University (en San Cristóbal y Nieves) o la Oregon State University, en Estados Unidos. El tríptico de presentación de este último centro, lleno de fotos de gatos y perros sonrientes, intenta que la donación escape de lo prosaico. La plantean como si al gato o al perro se les permitiera dejar “un legado duradero” o como una forma de “honrar la vida de la mascota”.
“No somos una manera barata de deshacerse de animales muertos", aclara la decana de Veterinaria
En la UAB también hay razones más mundanas. “La facultad necesita más de 200 perros y gatos para que se puedan realizar las prácticas de cada curso”, explica Pla. La ley catalana de 2008 que prohibió el sacrificio de animales abandonados en los centros de recogida puso fin a la principal fuente de cuerpos para prácticas que tenía la universidad. Cada año comienzan la carrera más de 140 estudiantes.
Los dueños de las mascotas que llegan al hospital tienen que firmar un documento de últimas voluntades para autorizar su eutanasia. Además han de especificar el destino de los restos o si desean que se incluyan dentro del programa de donaciones.
No cualquier ejemplar es aceptado, explica Dídac Segura, veterinario del hospital. Deben tener menos de 30 kilos de peso y estar libres de cualquier enfermedad que se pueda transmitir a humanos. El centro solo recibirá de momento animales que hayan pasado consulta allí y cuenten con historial médico, aunque no se descarta extender el programa a otras clínicas. “No somos una manera barata de deshacerse de animales muertos”, aclara Pla. El sistema público de recogida de cadáveres de Barcelona, por ejemplo, cobra 30 euros por cada servicio.
¿Qué le espera a un animal donado? Segura explica que, siguiendo todos los protocolos de bioética de la facultad, los cuerpos tienen básicamente dos destinos. Una parte se dedica a las clases de anatomía, donde un mismo ejemplar puede ser utilizado en varias ocasiones. En el caso de las autopsias o para practicar la recogida de muestras, solo se utilizan una vez. Después los cuerpos se incineran. “Los dueños renuncian a saber qué pasó con su animal o a recibir el cadáver luego. Esas son las reglas”, finaliza el veterinario.
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