Jon Spencer, el rey del 'garage rock'
Llamamos al líder de Jon Spencer Blues Explosion, que pronto cumplirán un cuarto de siglo, para que nos hable de su nuevo disco, de marcada temática neoyorquina
“¡Es muy loco, lo conseguimos! Hacer esto durante tanto tiempo es una salvajada. Pero no hay planes especiales”, espeta Jon Spencer, líder de Jon Spencer Blues Explosion (JSBX), cuando le llamamos a Nueva York, la ciudad en la que vive desde hace 30 años y que saldrá mencionada muchas veces a lo largo del texto, sobre esos 25 años que están a punto de cumplir. Hace poco el carismático cantante de una de las bandas más constantes del garage rock tenía unas semanas de descanso tras girar por Europa del Este, Portugal e Italia. Antes de volver a la carretera en un nuevo tour por el Viejo Continente que arrancó el martes en Amberes y que entre el viernes y el domingo recalará en Bilbao, Madrid y Barcelona respectivamente, el músico no ha parado quieto. “Hoy voy al estudio para mezclar una actuación en vivo para una televisión japonesa. El resto del tiempo lo emplearé entre ensayar para la próxima gira y rematar un nuevo álbum en el que llevamos trabajando mucho tiempo. Así que estaré bastante ocupado estas semanas”.
Ya está pensando en nuevo álbum justo cuando ahora viene a presentar su nuevo trabajo, Freedom Tower – No Wave Dance Party, que se editó el pasado marzo. Viene tras un periodo de actividad frenética, pues hay que recordar que entre 2004 y 2012 apenas hubo novedades por parte del trío neoyorquino. Parece que el hecho de girar tanto últimamente les ha dado energía suficiente para entrar en el estudio. “Tienes razón, giramos mucho. Lo disfrutamos tanto que decidimos hacer otro disco. Todo salió muy rápido”, asegura. El LP ha tenido una acogida muy buena, especialmente por su rollo rematadamente groovy, algo que hace recordar a Orange, que si preguntas a sus fans más acérrimos seguramente te digan que es su mejor obra. Pero no, no fue su intención “replicar o revisitar el rollo y el feeling de ‘Orange’”. Con todo, hay una explicación de que haya salido tan animado: “Todo esto es un resultado natural de vivir día a día con un garage rock crudo, así que era cuestión de tiempo de que nos calzásemos las botas de bailar”.
Como decíamos, Nueva York va a ser un tema recurrente en este texto, básicamente porque el nuevo disco podría considerarse como una carta de amor a la ciudad. Pero Jon Spencer matiza que no era su intención ponerse nostálgico y recordar esos primeros años a finales de los 70. “‘Freedom Tower’ no es todo sobre el viejo Nueva York, también hay canciones sobre el nuevo y otras que son de un Nueva York imaginario, uno que sólo existe en el cine, la televisión o en mi cabeza. Hay muchos tipos de Nueva Yorks aquí”. Preguntado sobre qué hubiese hecho en esa época de haber estado y no ser un adolescente (nació en 1965) responde: “Como no crecí en los 70 en la ciudad, no sé cómo era. La impresión que tengo viene a partir de memorias lejanas, de infancia. Así que no te puedo decir qué echo de menos, porque no estaba ahí”. Aunque hubiese estado en la ciudad de los rascacielos y no en New Hampshire, tampoco es que prestase atención a la música por entonces. “Me gustaban los monstruos, la ciencia ficción y la fantasía. No me interesaba el rock”, rememora. Con 20 años, en 1985, eso sí, se plantó ahí, “por lo ha vivido casi toda su vida en la metropolis”. ¿Cambiaría algo? “Por supuesto, hay cosas de los 80 que sí echo de menos, pero el disco no está destinado a ser una suerte de lamentación o un deseo de volver atrás en el tiempo. No es un viaje emocionante y nostálgico. Nueva York, como toda gran ciudad debe cambiar y evolucionar”. ¿A mejor o peor? “Diferente. Hay algunas cosas que se echan en falta y se han ido, pero hay nuevas cosas que están bien. Hay buenos sitios para tomar una muy buena taza de café, es más seguro… no diría que va a peor”, apunta. Queda claro que no hay lugar para la lamentación aquí, pero aunque no es exactamente un álbum conceptual sí que tiene un hilo conductor: Nueva York. “Llegó a un punto en el que nos dimos cuenta de que había muchas canciones sobre Nueva York. Cuando hacemos un disco solemos escribir y grabar mucho más material del que cabe en un álbum, así que al final acabamos descartando todo lo que no tuviese que ver con Nueva York”, elabora.
JSBX son garage rock puro y genuino, sí, pero en sus discos se observa una confluencia de géneros que va del punk hasta el hip hop pasando por, claro, el blues (que por algo también se hacen llamar Blues Explosion). ¿Cómo consiguen que toda esta batidora de estilos acabe sabiendo bien? “Funciona. ¿Cómo? Grabamos las canciones juntos. Los tres somos fans y unos obsesos de la música y es por eso que tocamos en JSBX, porque estamos enamorados de la música y el rock. Pero todo lo que nos gusta queda reflejado en nuestros temas. De Judah Bauer, por ejemplo, hay una gran influencia de guitarristas country. Simplemente lo hacemos sin pensar en ello. ¿Funciona? Pues estamos de suerte”, se alegra Spencer.
La suya, en definitiva, es una música festiva que captura ese espíritu de la Nueva York de finales de los 80. Ahora que las playlists están de moda y plataformas de streamings como Apple Music hacen algunas muy ingeniosas, le pedimos que nos haga una improvisada para la fiesta perfecta. “Uy, ¡dios mío! James Brown siempre funciona. Y, claro, cosas de Stax Records. Otis Redding, por supuesto Rufus Thomas, Booker T. & The M.G.’s. También podría caber material country de George Jones y… y…. Me estoy estresando, esto cuesta. Bueno, y algo de hip hop. Canciones old-school de Nueva York de gente como Public Enemy, Run-D.M.C., EPMD… lo del principio, vaya”. Pinta bien, ¿no?
El trío escogió ni más ni menos que los míticos estudios de Daptone House of Soul para terminar este disco y, por supuesto, queríamos que nos explicase todos sus secretos. “Es muy bonito, pero no demasiado grande. Es casero y funky, en la sala de estar de una casa en Bushwick. No es un sitio glamuroso, pero hacen grandes discos ahí. Pude trabajar con grandes músicos que saben cómo capturar un buen sonido de percusión, que saben lo que es el groove y el soul. Cuando escribimos y grabamos estas canciones, sentimos que era un disco muy de baile y fiesta, así que creímos que era oportunidad trabajar con la gente de Daptone”, argumenta.
Del pasado al presente le pedimos que reflexione sobre dos tendencias actuales en la música. Primero la dominancia cada vez más explícita de la electrónica en ella. “La música es la música y no importa que se haga con una guitarra acústica, una eléctrica, un sintetizador o un portátil. Lo que importa es el mensaje, su alma y corazón. Desde los 90 me preguntan este tipo de preguntas, cuando surgieron bandas como The Prodigy o Chemical Brothers. Me preguntaban si el rock ya no tenía la misma vitalidad o importancia. Vale, sí, ya no es 1956 y no tenemos a Elvis Presley, pero todo es música. Que me digas que este álbum es una gran declaración rock me lo tomo como un halago, pero tampoco siento como si estuviese perdiendo una batalla contra los ordenadores”, dice riendo. Sobre el revival del garage rock actual, más allá de toda la bulliciosa escena de la Bay Area, también hay otros grupos que llenan estadios como The Black Keys y Royal Blood. ¿Le gusta? ¿Cree que es el mejor sitio para tocar este tipo de estilo o prefiere un buen tugurio? “No creo que haya reglas. Personalmente, estoy más a gusto en una sala pequeña, es una experiencia diferente. Pero no sé siquiera si esas bandas que mencionas hacen garage rock”, comenta.
Lo que importa es que en tres salas españolas ni muy grandes ni muy pequeñas se podrá disfrutar de sus siempre enérgicos directos, para los que Spencer siempre tiene un ritual. “Hay algunas cosas que siempre hago, como estiramientos, preparar mi mente, pensar en el concierto pero no darle demasiadas vueltas hasta el punto de que resulte abrumador. Pienso en ello, pero no pienso en ello, no sé si me explico”. Quienes lo hayan visto en acción coinciden en que se trata de uno de los mejores frontman de la historia del rock. ¿Exagerado? “¡Oh, dios! Bueno, creo que si pensase que lo soy diría, ‘claro que soy el mejor, jódete’”, comenta entre risas. “Pero como la persona normal que soy digo que sí, es una exageración”. Con todo, sí tiene algunos líderes favoritos y cita dos nombres radicalmente opuestos: “Soy muy fan de James Brown, era un gran ‘showman’ en el sentido más clásico de la palabra. Pero también me gusta Mark E. Smith de The Fall, que es lo contrario, es ‘anti-showbusiness’”. Como hay tiempo para una última pregunta aprovechamos para ver si suena la flauta y nos da un buen titular ahora que todo el mundo se reúne. ¿Lo harás con Pussy Galore, tu proyecto pre-JSBX? “No, eso no va pasar”. Vaya, había que probarlo.
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