_
_
_
_
CLAVES
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Poetas buenos

A Pemán no hace falta buscarle acusaciones, basta con leer sus poemas

Jorge M. Reverte

Hay un lugar en Andalucía donde el flamenco se hace como en ningún otro lugar de la tierra. Casi lo mismo se puede decir respecto a un cierto tipo de lírica. Cádiz, Sanlúcar, San Fernando, Jerez de la Frontera, el Puerto de Santa María. Se rasca en la mesa de un bar, y surge algo bueno por bulerías. Cuando se pronuncia el nombre de algunos poetas el resultado de la evocación acaba teniendo efectos de naturaleza política. Política y de clase, porque en Andalucía la frontera con la clase se cruza enseguida.

Ahora, ha venido a colación el nombre de José María Pemán. Un poeta, señorito tan culto como liberal, tan amado por la derecha de los cortijos. Y se ha discutido públicamente sobre su bonhomía (o su falta de ella) con la misma pasión con la que se discutió sobre Rafael Alberti, por ejemplo.

Hace ya muchos años que se enfriaron los cuerpos de los 400 jornaleros que Franco y Pemán mandaron matar al final de la guerra. Pero hay quien niega que Pemán tuviera nada que ver con ese episodio infame.

A Pemán no hay ningún derecho a buscarle acusaciones ajenas para tomar partido sobre su posición moral. Basta con leer sus poemas, su visión sobre la Bestia y el Ángel. Y su descripción tan colorista de, por ejemplo, el Madrid ardiendo por los impactos de las bombas alemanas enviadas por Franco, con niños muriendo abrasados pagando así la actitud de sus padres que habían quemado iglesias antes de 1936. Pemán se alegraba de aquello, lo festejaba. Había que pagarlo bien caro. Y se pagó.

A Pemán no hay que pasarle ninguna factura por esos versos. Yo creo que sólo hay que recordarlo. Y agradecer que en Jerez de la Frontera se haya retirado el busto que, en un recinto cultural de la ciudad, le festejaba. Los madrileños de cualquier ideología lo hacen.

Y a los demás poetas andaluces, como Alberti, Antonio Machado (que cantaba a la pistola de Líster), y a los inocentes por nuevos, como Antonio Hernández, que se les acuse de lo que sea. José Manuel Caballero Bonald estaría orgulloso de tener un juicio público. Pero Pemán se hizo él solito el pliego de acusaciones. Era un mal tipo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_