Cosechas financiadas vía móvil
El 'mobile banking' está suponiendo una revolución para el comercio en países como Kenia, especialmente en las zonas rurales, donde la mayoría no tiene una cuenta bancaria
En el condado de Kakamega, situado en el occidente de Kenia, febrero es el mes de la sequía. A los lados del camino, las hojas y las plantas están cubiertas de una espesa capa de polvo rojo, levantado por los numerosos boda-boda o moto taxis, el medio de transporte más usado por los habitantes de la zona que viajan desde sus pueblos hasta la ciudad de Kakamega, capital de la región. Estas calles están llenas de huecos y los automóviles raramente pasan.
Los jóvenes del Kakamega Rural Development Programme (Kardep), una ONG local financiada por Biovision, atraviesan diariamente kilómetros para visitar a campesinos, mujeres, centros de autoayuda y productores. Los cuatro jóvenes tienen menos de 30 años y desde hace tres se mueven cada día entre los pueblos de su región para llevar a cabo cursos de formación para los campesinos de la zona sobre las diversas modalidades de cultivo de un campo de sukumawiki (una verdura autóctona) o sobre la gestión de los gallineros.
“El problema principal que se debe resolver en las zonas rurales es la total imposibilidad de acceso al crédito”, cuenta Wyclife, coordinador de Kardep. “Los campesinos, la mayor parte analfabetos, no cuentan con los requisitos necesarios para solicitar un crédito a los bancos locales, que además se concede a tasas de interés demasiado altas. Por tanto, hemos venido trabajando para posibilitar el acceso al microcrédito”, añade. ¿Pero cómo?
En 2006 nace en Kenia m-Pesa, un servicio creado por Vodafone gracias a un concurso lanzado por el DFID, la agencia británica para el desarrollo internacional. El concurso consistía en encontrar una solución para incrementar la penetración financiera a las comunidades de personas sin una cuenta bancaria, dado los altos costos de estas estructuras financieras. Actualmente m-Pesa cuenta con 15 millones de inscritos en todo el país (más de un tercio de la población) y con transacciones monetarias mensuales que equivalen al 20% del PIB de Kenia. Con la inscripción gratuita al servicio, el ciudadano a través de su teléfono celular y sin necesidad de estar conectado a internet, puede enviar dinero a familias en otros pueblos, pagar el servicio de la luz y acceder a financiamientos, con un costo de 27 chelines kenianos (25 céntimos de euro) para las pequeñas transacciones y gratuito para los movimientos aún más básicos.
Wycliffe estudió Desarrollo Local en la Universidad de Kakamega y su sueño siempre ha sido ayudar a su comunidad haciendo uso de los recursos que la tierra les ofrece, con un interés constante hacia las nuevas tecnologías y la innovación digital aplicados al mundo de la agricultura. “Adelantamos una investigación y hemos descubierto que el 95% de las personas que viven en nuestra región posee un teléfono celular”, explica el joven coordinador del proyecto. “En ese momento entendimos que el mejor modo de ayudar a los campesinos es con la educación del ahorro y concediendo financiamientos con tasas de interés muy bajas, a través de m-Pensa, sólo usando el teléfono móvil”.
El mobile banking, así llamado a nivel internacional, es un fenómeno que está revolucionando el acceso al crédito para los más pobres y desmantelando el monopolio de los bancos, a favor de sistemas que permiten a quienes viven lejos de los centros urbanos contar con los mismos servicios que una entidad financiera ofrece, a la que muchas personas, sobre todo en África, todavía no pueden acceder. Pagar los recibos desde casa, ahorrar dinero desde el dispositivo y usarlo en caso de necesidad, ir al mercado y comprar la fruta con un SMS. En Kenia todo esto es posible.
Una verdadera revolución que ha conquistado cerca del 10% del mercado de 13 países del África subsahariana, contribuyendo al crecimiento de la tasa de bancarización, que ha aumentado de un 24% en 2011 a un 34% en 2014, como lo afirma el reporte Global Findex de 2014.
Mobile banking en la agricultura: una cuestión de género
En el condado de Kakamega, la principal actividad de los pueblos es la agricultura familiar y la cría de pollos. Las mujeres, que tradicionalmente son las responsables de la administración y la alimentación de la familia, sacan adelante este sector, mientras los maridos buscan trabajos más formales en las oficinas de la ciudad. “Con el celular, las mujeres pueden solicitar una recarga en el punto de venta m-Pesa más cercano y la suma respectiva se carga en una cuenta virtual gestionada por nuestro proyecto”, explica el joven director de la ONG local. “Así las campesinas logran ahorrar una pequeña cifra de dinero cada día, que de otro modo sería malgastado”
La cuestión de género, de hecho, se vuelve relevante cuando los nuevos instrumentos tecnológicos brindan autonomía y cierta independencia. A la desconfianza de las instituciones bancarias y a la lejanía de los centros urbanos, se agrega la arbitrariedad de los maridos, que cada día al volver a casa toman posesión del dinero de sus esposas para gastarlo a su gusto. “Ahora la situación para nosotras las mujeres ha cambiado”, cuenta Irene Mutuni, una de las campesinas más ancianas de la cría de pollos en la región. “Es suficiente entrar en la cuenta personal a través del celular y digitar la cifra que se quiere ahorrar junto al código personal. De este modo el ahorro de una jornada se asegura y podemos invertir ese dinero para comprar herramientas de trabajo y expandir nuestras actividades”, añade.
Entre las verdes extensiones de campos cultivados y las calles inaccesibles de tierra roja de esta parte occidental de Kenia, el acceso a los puntos de venta de Safaricom representa el único elemento capaz de superar el obstáculo físico que se interpone entre este mundo rural y el mundo urbano, en donde un grupo de jóvenes utilizan las TIC para ayudar a las campesinas de su región a construir un nuevo futuro.
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