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Tentaciones

Cocina tus propias sustancias en el laboratorio de ‘Breaking Bad’

La autocaravana más famosa de la televisión está en Londres y se puede visitar, pero allí no encontrarás ‘crystal meth’, sino cócteles

Google maps señala la parte trasera de un edificio, una suerte de aparcamiento destartalado.

“¿Buscáis lo de Breaking Bad?”, pregunta un hippy al que la edad le ha arrebatado la melena, desde su autobús reconvertido para fiestas infantiles. El grupo de desconocidos asiente con nerviosismo. “Es la siguiente a la derecha”. Nuestro destino es una caravana que podría haber pertenecido a una pareja de jubilados, varada entre la terraza de una pizzería y unas canchas de baloncesto. Uno de los rincones menos fotogénicos de Hackney Wick. Poco importa. Nos hemos reunido allí para entrar en ABQ, el bar dedicado a Breaking Bad que abrió a finales de julio en Londres. Tres jóvenes vestidos con un mono amarillo dan la bienvenida en voz baja y nos introducen en una réplica casi exacta del de laboratorio en donde Jessie Pinkman y Walter White empiezan a cocinar metanfetaminas. Pero hasta ahí cualquier semejanza con la serie. Que nadie crea que en ese garito tienen lugar actividades ilegales, aquí hasta una veintena de parroquianos se juntan para preparar cócteles, no crystal meth y las rayas (que las hay) que se sirven son de azúcar y polvo de fresas. Previo pago de 30 libras (unos 42 euros) una docena de fanáticos de la serie se apiñan en la parte de atrás de la RV para cacharrear con probetas, hielo seco y decantadores durante una sesión de dos horas. Dentro se vende parafernalia inspirada en la serie, como caramelos azules (11 euros), un oso de peluche como el que cayó a la piscina de Walter White tras el choque entre aviones (nada menos que 35 euros) y una autocaravana de juguete (21 euros).

No, no es lo que estás pensando
No, no es lo que estás pensando

Siguiendo las instrucciones de los expertos cocteleros, hacemos un combinado frutal y un helado alcohólico tan azul como la metanfetamina de Heissenberg. Las recetas ocultas en las páginas de una edición de Hojas de Hierba de Walt Whitman no son precisamente complicadas, pero a esta redactora se le derrama buena parte de la mezcla. Si esto fuera un laboratorio como dios manda, mi cabeza ya estaría rodando por el desierto.

ABQ -que hace referencia a las siglas de Alburquerque, ciudad en la que transcurre Breaking Bad- es una ocurrencia del equipo de la aplicación de ocio local Locappy, en los que los usuarios comparten direcciones por barrios londinenses. Viene de los mismos creadores de un polémico café dedicado a los búhos vivitos y coleando, que salió adelante a pesar de que los defensores de los animales recogieron 29.000 firmas en su contra. No se puede decir que no sean voluntariosos. Una vez que un pequeño sondeo confirmó que había un gran interés, trajeron una RV directamente desde EEUU, un diseñador maqueó su interior y encargaron mezclas exclusivas al coctelero Tom Aske del bar londinense Worship Street Whistling Shop.

Un bar dedicado a una de las series con más éxito de los últimos años huele a anzuelo para que los saludables millenials dejen el gimnasio y se acerquen a un bar. Algo más complicado de lo que parece, ya que según un reciente estudio publicado por la prensa británica los jóvenes beben cada vez menos. Pero entre tanto huérfano de Walter White, el proyecto ha funcionado como un tiro entre diferentes generaciones. No hay entradas hasta octubre, el mes en el que la caravana cerrará sus puertas con una fiesta de clausura en Halloween. Algunos de los asistentes vendrán desde EEUU, Dubai, Italia o España.

“Queremos hacer cosas que nunca se hayan visto antes en esta ciudad” discurre Giuseppe Sofo, uno de los organizadores. Este italiano afincado en Londres promete que habrá sorpresas y que ninguna de las sesiones será igual que las anteriores. Una de los objetivos de Sofo es que los asistentes a ABQ terminen interactuando entre sí, aunque lo cierto es que las parejas de veinteañeros que han venido hoy parecen más interesados en sacarse selfies que en charlar sobre la previsión del tiempo.

Fe y Román, peruana y holandés han venido desde Reading, de donde viven y trabajan. Incluso después de hacerse 65 kilómetros son los únicos que tienen ganas de hablar con los demás y emborracharse. Los dos extrañan Breaking Bad y coinciden en que ABQ es curioso pero que algo le falta. “Está bien, pero me gustaría que viniese la policía”, dice Fe. “¡O por lo menos que alguien me llamase bitch!”

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