Señal de alerta en el tráfico

Tras 11 años de descensos ininterrumpidos en el número de muertos por accidente de tráfico, el año pasado se cerró con un ligero repunte. Aunque la diferencia es de apenas ocho víctimas más que en 2013, el dato debe servir para que se enciendan las alarmas y para revisar los factores que determinan la situación. Puede que el repunte sea coyuntural, pero no debemos aceptar sin más un retroceso en la tendencia de unas políticas de éxito que han permitido pasar de 5.399 muertos en 2003 a 1.680 en 2013.

Durante muchos años asistimos al constante aumento de accidentes y de víctimas mortales sin reaccionar adecuadamente, como si fuera una fatalidad; como si la siniestralidad en las carreteras fuera una especie de daño colateral del desarrollo económico. Ahora sabemos que no es así: que la conjunción de medidas de control más severas —radares, patrullas, carné por puntos— y una mejora en la seguridad de los vehículos y las calzadas han permitido reducir en más de dos tercios el número de víctimas. Son muchas vidas ganadas como para resignarse a un cambio de tendencia.

Es preocupante que el número de accidentes con víctimas aumente desde hace tres años. La directora general de Tráfico atribuye el incremento a que hay más desplazamientos y más gente mayor conduciendo coches más antiguos. La menor renovación del parque móvil por la crisis es un factor a tener en cuenta: más de la mitad de los turismos que circulan tienen por encima de 10,5 años de vida, y la antigüedad media de los vehículos en que viajaban las víctimas mortales era de 12,1 años en carreteras y de 13,3 en vías urbanas. También hay que analizar cómo influye un menor nivel de inversiones en mejora y mantenimiento de las carreteras. Pero, con ser importantes, estos factores no lo explican todo. Es urgente revisar si se han relajado las medidas de prevención y control, porque muchos accidentes tienen que ver con el incumplimiento de las normas, como el exceso de velocidad, o con el consumo de drogas y alcohol.