La crisis y la corrupción reavivan el teatro político
Textos como 'Ruz-Bárcenas' renuevan el estilo e introducen la comedia y la sátira
Alberto San Juan es actor, dramaturgo y activista. Su lugar de trabajo, la escena. Autorretrato de un joven capitalista español es el último texto que ha escrito y que protagoniza. Con él pretende gritar a las conciencias de todo aquel que se acerque a verlo a las tablas del Teatro del Barrio, la sala madrileña que impulsó el intérprete hace año y medio para hacer política desde la cultura. Un espacio escénico que es el ejemplo más significativo del nuevo auge que vive el teatro político.
Este tipo de obras ha existido siempre, como prueban las infinitas versiones que se siguen haciendo del texto Antígona, del filósofo griego Sófocles. Pero la crisis y los escándalos de corrupción política han reanimado el interés por estas producciones, que ahora se presentan renovadas en los carteles de los teatros españoles.
Una de ellas es Ruz-Bárcenas, un texto que recrea la segunda declaración que el extesorero del PP prestó ante el juez Pablo Ruz en la Audiencia Nacional en 2013. El responsable del libreto es uno de los dramaturgos más prolíficos en esta temática, Jordi Casanovas. Con 15 años de carrera a las espaldas, este catalán ha escrito una treintena de obras, gran parte de ellas con trasfondo político. Por eso sabe de primera mano que la crisis y la corrupción han tenido mucho que ver en que se haya despertado de nuevo el interés por usar la cultura para remover conciencias, especialmente entre la gente joven. Eso sí, ya no es un teatro político adoctrinador. “Ahora se hace un teatro más directo, del que provoca sacudidas”, señala.
Otra tendencia bastante actual es, como ya ha hecho la obra de Casanovas, recrear y entender la historia a través de personajes y hechos reales. El Rey, la apuesta para este otoño del Teatro del Barrio, también la firma Alberto San Juan, y la protagoniza Luis Bermejo, que se meterá en la piel del monarca Juan Carlos I. Sigue la línea de teatro documental que inauguró Casanovas en ese mismo escenario. Se trata de una renovación adaptada a los tiempos del teatro político más convencional, según Noelia Adánez, una de las coordinadoras de la sala. “El teatro es un arma muy poderosa de transformación”, señala.
El Teatro del Barrio es una cooperativa cultural que subsiste gracias a los 270 socios que han creído en el proyecto de participar en política a través de los movimientos ciudadanos surgidos a raíz del 15M. “Hay una sintonía con Podemos. De hecho, se presentó aquí”, cuenta Adánez.
Esta sala también tiene su propia Universidad del Barrio, en la que se imparten anualmente cursos abiertos de historia, economía y política. Su promotor, Juan Carlos Monedero, exsecretario de Programa de Podemos, es uno de los muchos nombres mediáticos que han ayudado a que la cooperativa haya salido adelante. En esa lista de socios aparecen nombres frecuentes en las reivindicaciones del sector de la Cultura como Alberto San Juan, Juan Diego Botto, Emma Suárez o Willy Toledo. Pero, como explica Adánez, no quieren explotar en exceso a los miembros más mediáticos para darle visibilidad al teatro, porque esa idea contradice la esencia "de apoyar la cultura a través de un proyecto independiente". La iniciativa ha seducido, además de a varios artistas, a perfiles muy distintos, como arquitectos o economistas.
La programación es, igual que los socios, de lo más heterogénea. Desde musicales o sátiras, al teatro alternativo. No importa el género, todas son marcadamente políticas, aunque los socios matizan la definición dándole un cariz de renovación. “Pensamos que la cultura en sí es transformadora, si no, no es cultura”, apunta Adánez. “No se trata tanto de despertar conciencias como de acercar conocimientos a la gente. Que luego ya el público decida qué quiere hacer con sus conciencias”, concluye.
Un festival para retratar la sociedad
“A la hora de hacer teatro reivindicativo y comprometido políticamente con los derechos humanos, la diversidad y la inclusión social existen una gran variedad de formatos y temáticas”, explica Virginia Fernández, una de las impulsoras del festival. Ese es el fin con el que nace Con-Vivencias, según el colectivo que lo organiza, Órbita Diversa. “Hacemos esto porque creemos que es un proyecto necesario”, señala Fernández.
Con-Vivencias es una “prueba piloto”, según explica Fernández, porque es la primera vez que se organiza. Además de abordar de forma directa temas de inclusión social con un enfoque de género e intercultural, pretende darle visibilidad a más de una decena de compañías emergentes que actuarán en seis salas de Lavapiés como Ecoo, El Umbral de la Primavera o el Teatro del Barrio.
La programación cuenta con 14 obras entre las que destacan Maribel y la extraña familia, una adaptación del texto de Miguel Mihura al lenguaje de signos realizada por la Escuela de teatro de sordos de Madrid. Junto a esa producción aún se pueden ver, entre otras, Personas en la ciudad, del colectivo Órbita Diversa, una obra sobre género y diversidad sexual o De polvo y agua, diálogos sobre migraciones de la Compañía Teatro del Dónde.
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