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MIRADOR
Columna
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Tiempo acelerado

El regreso del tiempo calmado, de la reflexión, de la moderación y la prudencia, del informarse sin sectarismos y luego opinar con rigor, son los mayores enemigos de Twitter

David Trueba

La dimisión de Dick Costolo como máximo responsable de la plataforma de comunicación Twitter alumbra dudas sobre la marcha de la empresa. Uno de sus fundadores, Jack Dorsey, ha regresado de manera temporal mientras se procede a la búsqueda de un nuevo cerebro, búsqueda en la que aún no sabemos si participará Esperanza Aguirre, experta cazatalentos. La bajada del precio de las acciones no es nueva en ese sector, pero tiene más relevancia la temperatura social de uso. Para algunos expertos, la única posibilidad de crecimiento radica en ser absorbida por Google, el exitoso monopolio de navegación en la Red. Lo que pudo ser un tejido profesional de acceso a noticias, comentarios e información, está en riesgo de ser desbordado por la versión infantilizada de todo esto, es decir, el chascarrillo, la autopromoción y el curioseo. He ahí la gravedad del paciente, no tanto su vaivén financiero.

La gran derrota de Twitter tuvo lugar justo después de su gran triunfo. Tras demostrarse que la suma de red social más presencia en las calles podía impulsar las protestas ciudadanas con explosiones inacostumbradas, es directamente proporcional al desencanto de ver cómo muchas renovaciones políticas descarrilaron ante la manipulación de los extremismos y la fortaleza del orden antiguo. En los países árabes, la regresión es casi perfecta, reivindicado el rigor dictatorial por el miedo al desorden, el caos y la violencia máxima. Conocemos el caso del bloguero saudí Raif Badawi, condenado a recibir mil latigazos a lo largo de 20 semanas por la osadía de poner en marcha un foro liberal, pero latigazos menos literales sacuden ese aire de supuesta libertad virginal.

La retransmisión en directo de nuestro opinar de todo conlleva riesgos. La elevación a tribuna pública del chiste, la ingeniosidad o la salida de tono provoca cortocircuitos, que serán siempre utilizados de manera oportunista pero certera por quienes dictan la idea de orden. El drama de Twitter sucede cuando se asocia al currículo de cualquier persona el historial de su participación activa en esa red social igualándose con su expediente académico y sus hitos profesionales. Así, el chascarrillo, la zafiedad o un vociferado desbarre te definen delante de ese mundo al que la nueva comunicación te da acceso, pero a cambio de someterte a una vigilancia perpetua. El regreso del tiempo calmado, de la reflexión, de la moderación y la prudencia, del informarse sin sectarismos y luego opinar con rigor, son los mayores enemigos de Twitter y sus gemelos en el negocio de exprimir el deseo de estar presentes ahí fuera.

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