Un homenaje a la Ciudad de la alegría
El slum de Pilkhana, en Calcuta, es la prueba de que los programas de salud y educación funcionan
La ciudad de la alegría, el famoso libro de Dominique Lapierre que puso el foco mundial en el barrio de Pilkhana, cumple treinta años desde su publicación. En este tiempo, este slum, situado en una antigua zona industrial de Calcuta sigue siendo una ciudad en sí mismo, con más de 100.000 habitantes, en la que conviven hindúes, musulmanes y cristianos. Donde la intensidad de sus calles con alcantarillas abiertas, el tráfico de los rickshaw, los baños alrededor de caños de agua en sus calles, remiten aún hoy a algunas descripciones de esta mítica novela y posterior largometraje.
Pero lo que parece similar o igual en la superficie, no lo es en el fondo. Hace 43 años, un grupo de habitantes del barrio, impulsados por el sacerdote francés Francoise Laborde (protagonista del libro) se agruparon y formaron la ONG Seva Sangh Samiti, con la que trabaja hombro con hombro nuestra organización, la Fundación Colores de Calcuta.
Desde hace nueve años, compartimos el camino que ellos mismos trazaron, definiendo como prioridades la salud y la educación, por encima incluso de la lucha contra el hambre y la pobreza. Los habitantes del lugar, ahora conocido como Ciudad de la alegría, querían lograr un cambio de fondo. Con los años, la apuesta ha dado frutos. El caso del actual director de la ONG Seva Sangh Samiti, Regie, era uno de los niños de aquel slum de los años 60; y el de Sony, hoy profesora de la guardería de la organización que llegó de bebé al programa de desnutrición, son dos de los muchos ejemplos de que los programas aplicados han supuesto un cambio en sus vidas.
El camino es difícil y aún queda mucho por hacer. Según datos de UNICEF, la mortalidad infantil en India es muy elevada con 63 fallecidos por cada 1.000 nacimientos, frente a 4 de cada 1.000 en España. La mayoría de estas muertes se producen durante el primer mes de vida, y el 47% de ellas en la primera semana. La mitad de los niños malnutridos del mundo se encuentran en India, Bangladesh y Pakistán. En India, alrededor del 46% de todos los niños menores de tres años son demasiado pequeños para su edad, un 47% tienen bajo peso y muchos de ellos están gravemente desnutridos.
Los datos que recabamos en Pilkhana son una muestra de esta situación. De las 17.000 consultas médicas atendidas el año pasado, 7.000 fueron niños con infecciones respiratorias y enfermedades diarreicas, entre otras, debido a varios factores: un aire con mucha polución, la falta de higiene y el agua contaminada. Cada año, 120 niños menores de dos años reciben tratamiento por desnutrición, de los cuales un 60% son niñas, reflejo de la discriminación que sufren dentro de sus familias, en una sociedad que favorece a sus hermanos varones.
En paralelo, durante estos años hemos llevado a cabo talleres de promoción de la salud dirigidos especialmente a las mujeres embarazadas (muchas de ellas también con desnutrición) y a las madres. Estos cursos están centrados en la prevención de enfermedades a través de pautas de crianza, alimentación e higiene, así como a la detección precoz de los síntomas de ciertas dolencias, para que sean capaces de dar una respuesta más rápida. Los mensajes han ido calando en estos años —siendo ellas mismas transmisoras entre sus vecinas— y nuestros médicos comienzan a comprobar un cambio a mejor en el estado en el que llegan los niños. Lo que permite, en muchos casos, salvar vidas.
Este programa de salud infantil que describimos (uno de los varios que desarrollamos relacionados con la salud, la educación y la formación de mujeres) ha sido galardonado, por sus resultados, con el Premio Mapfre a la Mejor Acción Solidaria. Algo que en la Ciudad de la alegría han recibido como lo que es: un premio a sus deseos de cambio y a la posibilidad de hacerlo realidad a través del trabajo en equipo.
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