El declive del culebrón brasileño
El género de la telenovela languidece, tal vez porque el país está cambiando de piel
Babilônia, la telenovela de las nueve de la noche de la principal cadena de televisión brasileña, Globo, no ha acabado de enganchar a los telespectadores. Sus niveles de audiencia son los peores en los últimos 50 años. “Bueno”, me dirán, “¿Y a mí qué?” Pues que en un país en el que los culebrones televisivos constituyen casi una seña de identidad nacional, el desplome del amor a la telenovela es blanco de comentarios de especialistas en ramas que van desde la literatura comparada a la antropología. Esta telenovela, además, llegó con polémica añadida (añadida por los guionistas y productores para arañar audiencia, según los mal pensados): en su primer capítulo, emitido a mediados de marzo, los telespectadores presenciaron un beso lésbico entre dos grandes actrices más que setentonas: Fernanda Montenegro y Nathalia Timberg. La ultraconservadora, creciente e influyente Iglesia evangélica, a la que pertenece uno de cada cinco brasileños, anatemizó la telenovela y pidió a sus feligreses televidentes que cambiaran de canal a la hora de Babilônia.
Por lo que fuere, la audiencia comenzó a languidecer y ahora se arrastra. Hay quien lo achaca a la recomendación religiosa. Pero otros especialistas —los más— recuerdan que el declive del culebrón ya se había iniciado con la telenovela anterior, Imperio, que ya dio muestras de fatiga televisiva.
Se culpa a los guionistas, a los que se tacha de repetitivos y antiguos, a los actores, a los productores…. Pero otros expertos subrayan que, tal vez, lo que esté en cuestión no sea esta o aquella telenovela, sino el género. Tal vez Brasil —como demuestran otros comportamientos colectivos como las manifestaciones callejeras, cada vez más numerosas—, está mudando de piel. Nadie puede dar una respuesta ahora. Es pronto para saberlo. Habrá que esperar al próximo título de las nueve de la noche. No se impacienten: la cadena de televisión Globo, a la vista del fracaso de audiencia, ha decidido adelantar el final de Babilônia a base de podar a toda prisa episodios y de cargarse por las buenas personajes que de repente, ¡ay!, se volvieron accesorios.
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