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Un matrimonio a la carrera

Susie Wolff demuestra que la Fórmula 1 no es patrimonio de los hombres, mundo en el que se le cruzó Toto Wolff, su marido, accionista de Williams y Mercedes

Oriol Puigdemont
El matrimonio Wolff, en el 'paddock' del circuito de Baréin.
El matrimonio Wolff, en el 'paddock' del circuito de Baréin.Clive Mason (guetty)

Quince minutos. Ese fue el tiempo que el año pasado tuvo Susie Wolff (Oban, Escocia, 1982) para demostrar que la Fórmula 1 no es un ecosistema concebido exclusivamente para los hombres antes de que una avería en la bomba de aceite de su Williams terminara con la primera irrupción de una mujer en una sesión de ensayos oficial de un gran premio en 22 años. Diez vueltas al circuito de Silverstone, lo suficiente para dejar la mejor de las impresiones. “Lo que ha pasado es un ejemplo de la crueldad de la F-1”, trató de consolarla Claire Williams, la directora de la escudería que su padre, Frank, fundó en 1975. Desde entonces, Wolff ha rodado en entrenamientos, la última vez el viernes Montmeló, durante los ensayos libres del Gran Premio de España.

El caso de Wolff no es único. De hecho, Carmen Jordá lleva todo este curso vinculada a Lotus como piloto de desarrollo. La cuestión pasa por saber quién dará el paso y le ofrecerá a una mujer la posibilidad de alistarse en una carrera. “Susie es capaz de ello”, asegura Lewis Hamilton, el actual campeón del mundo. “Está en forma, es inteligente y ha demostrado que puede competir con pilotos muy duros”, añade el británico, que se fue cruzando con ella en la etapa de ambos en el karting. Dentro del coche y con el casco puesto es imposible saber si quien conduce es un hombre o una mujer de la misma forma que la senda que ha seguido Wolff hasta desembarcar en la F-1 es prácticamente calcada a la de cualquier integrante de la parrilla.

La velocidad es el impulso que da sentido a su vida. “Mi madre se compró una moto que le vendió mi padre. En aquella tienda se conocieron y allí empezó todo”, explica. A partir de entonces llegó el primer kart y con él, los viajes por Europa en busca de carreras y certámenes en los que foguearse. “La primera carrera fue horrible. Me dieron por todas partes. Cuando terminé, mi padre me dijo que había dos opciones: o meter el kart en la furgoneta y para casa, o salir de nuevo a la pista y devolver los golpes. Sobra decir qué opción tomé”, recuerda Wolff.

Después fue el turno de los monoplazas. Terminó tercera en una prueba de Fórmula Renault disputada en Gran Bretaña que ganó Hamilton. “Fue muy rápido durante todo el fin de semana pero nunca antes se había subido al cajón. Hasta tuve que ayudarle a descorchar el champán”, cuenta el bicampeón. Por aquel entonces, la chica, que aún competía con su apellido de familia (Stoddart), ya había decidido apostarlo todo a una carta. Fue en Donington Park (Gran Bretaña) y tras ver ganar la Fórmula 3 británica (entonces antesala de la F-1) a un joven con hechuras de modelo: Jenson Button. “Fue cuando me dije: eso es lo que quiero hacer en la vida”, rememora ella.

Susie Wolff, el pasado viernes, en el circuito de Montmelo.
Susie Wolff, el pasado viernes, en el circuito de Montmelo.Mark Thompson (guetty)

Wolff necesitó un año para darse cuenta de que la universidad no era lo suyo. Entonces se mudó a Silverstone, a vivir en un piso con otros seis pilotos, todos chicos. Mercedes se fijó en ella y le abrió una ranura minúscula por la que se coló. Era una prueba que si iba bien le iba a dar la oportunidad de correr un año al volante de uno de los deportivos de la marca, y finalmente fueron siete los campeonatos que disputó (2006-2012). Una época complicada la del DTM por las exigencias de sus patrocinadores, que le obligaron a pintar su coche de color rosa. “Lo odiaba”, recuerda ella. Sus mejores resultados en el certamen fueron dos séptimas plazas logradas en 2010, con el equipo Persson, en Lausitz y Hockenheim. Por lo demás, tampoco era fácil congeniar con los que fueron sus compañeros de equipo. A nadie que pretenda convertirse en el nuevo Fernando Alonso o Sebastian Vettel le hará gracia exponerse a poder perder un duelo con una mujer al volante del mismo coche. Eso le tocó precisamente a Roberto Merhi, actual piloto de F-1 con Manor, en el último año de Susie en el DTM alemán (2012). “En la pista nadie es amigo de nadie. Fue un poco extraño porque nunca antes había tenido a una chica como compañero, pero sin duda diría que se trata de la mujer más rápida del mundo”, explica el valenciano.

Fue entonces, en su etapa en el DTM, cuando se cruzó Toto Wolff, un expiloto, primero, e inversor, después, que en unos años se ha convertido en uno de los ejecutivos más poderosos del Mundial, además de su marido. Actualmente, el empresario austríaco posee un pequeño paquete de acciones de Williams y el 30% de la escudería Mercedes, en la que además ocupa el cargo de director ejecutivo. Juntos forman el matrimonio con más solera del paddock.

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