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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Desprotegidos en la Red

Son necesarios métodos más seguros para las claves que se utilizan en Internet

marcos balfagón

Como ocurre en el deporte con los que recurren a sistemas de dopaje cada vez más difíciles de detectar, quienes se dedican a negocios ilícitos en la Red suelen ir por delante de quienes diseñan controles y barreras de protección. Los responsables de seguridad de la productora Sony o de la mismísima Apple han podido comprobarlo al ver esparcidas por la Red fotografías privadas de artistas que creían blindadas y a buen recaudo. Los ataques informáticos son cada vez más frecuentes, lo que ha puesto en crisis un modelo de protección basado en la confianza de que las claves son seguras. Pero el sistema de contraseñas se ha demostrado demasiado endeble y ni siquiera las consideradas reforzadas, que combinan letras, números y signos, ofrecen garantías.

Habrá que pasar a un sistema más seguro. De lo contrario, muchos procesos, desde el comercio electrónico al almacenamiento de información, pueden verse afectados. Algunos expertos clasifican estos sistemas en tres categorías, basadas en algo que sabemos, algo que tenemos y algo que somos.

La contraseña pertenece a la más elemental —algo que sabemos—. La mayoría de usuarios combinan fechas de nacimiento o de boda, topónimos y nombres familiares. Si tenemos en cuenta que cada usuario maneja un promedio de 25 sitios que requieren contraseña, es fácil suponer que muchas se repiten. De hecho, el promedio por usuario son 6 claves diferentes.

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A la segunda categoría —algo que tenemos— pertenecen las tarjetas de coordenadas que han adoptado los bancos, en las que se exige una doble autentificación. Es un sistema más engorroso pero más seguro por lo que es presumible que se extienda a otros sectores.

Son los sistemas de la tercera categoría, sin embargo —algo que somos—, los que ofrecen mayor seguridad. A ella pertenecen las técnicas de reconocimiento de la voz, el iris y las huellas dactilares. Algunos modelos de smartphone ya incorporan un sistema de pago con huella dactilar. El problema es que son técnicas más complejas y muy caras. Lo cual nos coloca de nuevo ante la gran paradoja de Internet: nos ofrece la máxima apertura y gran facilidad de acceso, pero también nos hace terriblemente vulnerables.

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