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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Bloqueo en Viena

La intransigencia iraní lleva a un punto muerto las negociaciones nucleares

A medida que se consumen las horas se abre camino en Viena la idea de que el compromiso final con Irán sobre sus ambiciones nucleares tendrá que esperar. Los negociadores de uno y otro lado dan por hecha, pese al frenesí reciente, la imposibilidad de llegar hoy a un acuerdo, dada la envergadura de las discrepancias tras 12 años de enfrentamiento. Sobre la mesa planea abiertamente una nueva ampliación del plazo negociador.

La falta de acuerdo tras un año de negociaciones es inquietante. Tanto más por cuanto las discrepancias básicas entre Irán y sus interlocutores (los miembros permanentes del Consejo de Seguridad y Alemania) están muy claras desde hace tiempo. La fundamental es que Teherán no está dispuesto a desmantelar su programa nuclear (teóricamente civil) e insiste en mantener una capacidad de enriquecimiento de uranio que EE UU y sus aliados consideran insuficiente para yugular su acceso al arma atómica. Junto a ello, Irán quiere el final inmediato de las sanciones económicas de la ONU, que acabaría con su condición de régimen apestado, y el de las impuestas por EE UU y la UE. Sus interlocutores, con Washington a la cabeza, ofrecen un levantamiento gradual, que asegure el cumplimiento por Teherán de sus compromisos.

Los aliados occidentales no pueden sucumbir a las demandas del ala más radical del régimen de los ayatolás. Los acontecimientos sugieren que los negociadores de Teherán carecen del espacio político suficiente para acordar nuevos compromisos en aspectos cruciales, pese al evidente deseo de los iraníes de salir de su aislamiento y convertirse en una sociedad normal e integrada. El jefe supremo Jamenei ha establecido estrictas líneas rojas sobre las concesiones nucleares.

Editoriales anteriores

La prolongación de las negociaciones mantendría la esperanza, pero no es seguro que desemboque en acuerdo. Los obstáculos a un compromiso firme, claro y duradero, que aleje el fantasma del arma nuclear iraní, no provienen solo de Jamenei y sus halcones. Las fuerzas contrarias son formidables también en EE UU —donde el nuevo Legislativo en manos republicanas es hostil a la iniciativa de Obama— y entre algunos de sus más estrechos aliados, se trate de Israel, que considera existencial la amenaza iraní, o de una Arabia Saudí, temerosa de que un acuerdo implique el reordenamiento regional en favor del Irán chií.

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