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¿Existe nieve de color rosa?

Una microalga no solo cambia el color de la nieve, también puede tener un efecto en su sabor

Efecto del alga que convierte la nieve en rosa, en el glaciar McLeod, en la Antártida.
Efecto del alga que convierte la nieve en rosa, en el glaciar McLeod, en la Antártida.

Es inevitable. Si imaginamos un paisaje nevado, indudablemente el color blanco impregnará toda la estampa siendo el denominador común que lo cubrirá casi todo. Pero no siempre es así ya que la Naturaleza no para de sorprendernos continuamente y de fascinarnos con fenómenos que parecen imposibles. Aunque parezca increíble, sí que existe nieve de color rosa-rojizo pero, solo en determinadas condiciones. Ya Aristóteles habló de ella y también los grandes exploradores, aventureros y montañeros fueron testigos de este extraño suceso, pero no fue hasta el siglo XIX cuando se dio una explicación científica a esta curiosa coloración nivosa.

De entrada, lo primero que hay que aclarar es que la nieve que cae de las nubes siempre es de color blanco (en realidad es transparente pero, por un efecto óptico de dispersión de la luz la vemos blanca), ahora bien, en ambientes extremos de alta montaña con poco oxígeno y temperaturas muy bajas, existe un tipo de microalga que puede sobrevivir a estas condiciones tan adversas llamada ‘Chlamydomonas Nivalis’.

Como todas las algas que se desarrollan en las nieves, además del color verde de la clorofila, también posee un pigmento adicional de color púrpura o rosado para poder absorber mejor el calor y los rayos ultravioletas del Sol, cosa que les ayuda a potenciar sus funciones reproductoras. Esto ocurre sobre todo en primavera, cuando la radiación solar es mayor, entonces estas microalgas reaccionan esporulando grandes cantidades de este pigmento (llamado astaxantina) que segregan para defenderse del Sol, convirtiendo la nieve en ese color rosáceo característico.

Lo curioso del caso es que es inocua para la salud y la gente que la ha probado afirma que tiene un sabor parecido al de la sandía, de ahí el nombre que también recibe de ‘watermelon snow’. Pero este no es el único tono que son capaces de conseguir las microalgas. Otras especies tiñen la nieve de color negro, verde, marrón o incluso amarillo.

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