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Los mil rostros desgarradores de la pobreza

Países que están creciendo a un ritmo importante suelen dejar olvidadas en este camino a las personas más vulnerables

El 73% de las mujeres del oeste de Marruecos no saben leer.
El 73% de las mujeres del oeste de Marruecos no saben leer.Codespa

Hace unos meses viajé a Marruecos, recorriendo diferentes ciudades y pueblos de este increíble país. En menos de 10 días lo crucé de Este a Oeste, conociendo lugares como Oujda, Jerada, Tánger o Tetuán y zonas rurales de la región oriental, cerca de la frontera con Argelia.

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Al llegar a Tánger, el olor de la ciudad, el ruido... Todo cambió respecto a las zonas rurales de la región oriental. Todas estas sensaciones no se diferenciaban de una ciudad grande como puede ser Madrid o Zaragoza. Nada más llegar, en nuestro primer recorrido en coche, pasé al lado de un McDonalds, una tienda Nike y otras de muchas más marcas. Una ciudad moderna, que está creciendo y acercándose, cada día más, a las urbes europeas. Sin embargo, en el vehículo que conducía nuestra compañera Marta Borrat, que es técnico de proyectos en Tetuan y Tánger, nos dimos cuenta de que esto era un pequeño espejismo antes de ver esa otra realidad con la que convive este lugar.

Entramos en Chiffae, un barrio periférico donde el asfalto había cambiado, el ruido era diferente, los edificios se veían viejos y, en algunas ocasiones, incluso inacabados. Las calles ya no tenían la limpieza de la zona moderna, podría decirse que es un barrio olvidado por el desarrollo y el crecimiento que Marruecos ha conseguido en estos últimos años.

Nada más entrar, visitamos el mercado primero desde el coche y luego, andando, conocimos a diferentes personas de este increíble barrio; nos acercamos a un descampado, donde Marta me contó una historia que, de una forma u otra, definía la realidad en la que viven muchas de las personas que acababan de presentarme.

Desde el descampado, en un día soleado, se puede divisar un trozo de tierra lejana: es España. Una imagen que hablaba por sí sola. En primer plano veías un barrio abandonado, un paso más allá se distinguía la ciudad moderna de Tánger y, al final, un montículo de tierra, España. Marta me contó que muchos de los jóvenes de esta barriada se ponían de pie ahí, en la misma zona donde nosotros estábamos y, a pesar de la visión de su propia ciudad creciendo, desarrollándose, cambiando, confesaban que solo ese pequeño montículo les daba la esperanza de tener un futuro mejor. Y por ello, en cada tarde o mañana que ahí se encuentran, se refieren a ese montículo, a la visión de España como el "El Dorado". Ven a lo lejos la oportunidad de mejorar sus condiciones de vida, la posibilidad de que sus familias puedan salir de la pobreza en la que viven.

Haja Derouchi también ha luchado por encontrar su sitio: “Al principio yo estaba en mi casa sin hacer nada, tenía un gran vacío. Esta formación me ha permitido aprender y ahora tener unos ingresos, que me han dado una independencia”.
Haja Derouchi también ha luchado por encontrar su sitio: “Al principio yo estaba en mi casa sin hacer nada, tenía un gran vacío. Esta formación me ha permitido aprender y ahora tener unos ingresos, que me han dado una independencia”.Codespa

¿Por qué os cuento esto? Muchas veces, cuando hablamos de pobreza o imaginas en tu cabeza qué es la pobreza, solo somos capaces de cerrar los ojos y definirla como la falta de comida, de agua o a miles de personas hacinadas sin nada en un campos de refugiados. Unas situaciones, unos contextos en los que trabajamos para poder erradicarlos, un trabajo ante el cual no debemos detenernos. Sin embargo, la pobreza tiene otros miles de rostros igual de desgarradores que no podemos olvidar, ni eliminar del mapa porque giremos nuestros ojos a otros sitios.

Países que actualmente están creciendo a un ritmo importante, por desgracia, suelen dejar olvidados en este camino a las personas más vulnerables, provocando que su situación de pobreza perdure en el tiempo. Esto sucede en Marruecos, donde el solo hecho de nacer o habitar en un barrio humilde, ser joven o ser mujer son circunstancias agravantes, pues impiden el acceso a derechos universales como la formación o la educación.

En Marruecos, el 62,8% de las mujeres entre 18 y 64 años han sido víctimas de violencia de género, según Amnistía Internacional. A esto se le suman datos tan drásticos como que el 73% de las de la región oriental no han podido aprender ni a leer ni a escribir y solo el 13,9% pueden acceder a un trabajo justo.

Acceder a una formación que les dé acceso a un trabajo digno es su oportunidad para salir de la pobreza

Para ellas, acceder a una formación que les permita obtener un trabajo digno se convierte en la primera oportunidad para comenzar a salir de la situación de pobreza en la que se encuentran. Muchas de ellas tienen el potencial necesario para salir adelante. En muchos casos, la posibilidad de realizar cursos de alfabetización, de educación secundaria, de algunos oficios como pastelería o artesanía y, sobre todo, la posibilidad de aprender cómo administrar un negocio, serán la chispa necesaria para empezar construir un futuro mejor en el cual ellas mismas serán protagonistas. Sabemos que el acceso a esta formación les ayuda porque son ellas mismas quienes nos lo cuentan. Se ve en sus ojos y sus sonrisas. Cuando les preguntas, solo escuchas historias positivas, historias que demuestran cómo el cambio es real y posible.

Me gustaría acercaros algunas historias que lo demuestran como la de Aicha Rmila. Ella vive en Oujda (en la zona oriental de Marruecos) y recibió formación en el centro Ain Gazhal para aprender a crear y gestionar su propio pequeño negocio, una tintorería. Aprendiendo desde lo más básico como contar, hasta llevar el control de sus facturas y la gestión de su stock... Una mujer que derrochaba ilusión, no solo en sus palabras, sino en sus gestos y miradas. Le preguntamos qué había aprendido a través de los cursos de formación y su respuesta nos mostró la transformación: "Aprendí a contar y a llevar mi propio negocio y, sobre todo, a mantener la esperanza".

Es una sensación increíble, esa, de satisfacción, de saber que el trabajo que hacemos tiene un resultado real. Cada una de estas mujeres tiene historias increíbles, historias que reflejan su deseo de ser parte del cambio de un país que las ha dejado atrás. Historias que debemos contar: "Mi familia también se ha beneficiado de la formación que yo recibo. Es verdad que ellos no se han formado directamente, pero aprenden de mi experiencia. Ahora ven cómo yo pongo las vacunas a los animales y aprenden cómo lo estoy haciendo".

O Haja Derouchi, que continúa luchando para encontrar su sitio en un mundo que la discrimina por ser mujer: "Al principio yo estaba en mi casa sin hacer nada, sentía un gran vacío. Esta educación me ha permitido aprender y ahora tener unos ingresos, que me han dado una independencia".

Aicha Rmila es un ejemplo de cómo se puede conseguir un futuro mejor a través de la formación: “Aprendí a contar y a llevar mi propio negocio, y sobre todo a mantener la esperanza”.
Aicha Rmila es un ejemplo de cómo se puede conseguir un futuro mejor a través de la formación: “Aprendí a contar y a llevar mi propio negocio, y sobre todo a mantener la esperanza”.Codespa

Hace unas semanas leímos que, por desgracia, todavía 1.500 millones de personas en el mundo viven en situación de pobreza, sin acceso a servicios como la salud, educación o agua, entre otros, en 91 países diferentes: la pobreza no es una realidad de un solo Estado. Debemos ser conscientes de ello, debemos comprometernos, poco a poco, a acabar con esta lacra. Y nunca dejar atrás a ningún país, ya que, por muchos datos macroeconómicos que nos hablen de crecimiento y prosperidad, las cifras suelen olvidarse de esa gran brecha que es la desigualdad. Esta se está incrementando en muchos países, provocando que los más vulnerables perpetúen su situación de vulnerabilidad y pobreza. Convirtamos en oportunidad esa chispa que necesitan muchos seres humanos para encender todo su potencial. Para convertir estas cifras pésimas en datos del pasado.

Alberto Durán pertenece al departamento de marketing y comunicación de la Fundación CODESPA.

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