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El Senegal virtual planta cara al Ébola

Los blogueros y tuiteros del país se movilizan para colaborar con la sensibilización Los ciberactivistas intentan poner su grano de arena para frenar los contagios

Carlos Bajo Erro
Infografías de consejos difundidas por Facebook y Twitter.
Infografías de consejos difundidas por Facebook y Twitter.

El 29 de agosto, la ministra de salud senegalesa, Awa Marie Coll Seck, protagonizó una comparecencia de urgencia que hizo saltar todas las alarmas en el país: se había detectado el primer caso de Ébola en Senegal. Además de los medios convencionales, la noticia inflamó las redes sociales en las que, como en una gran plaza presa del pánico las conversaciones, a veces descabelladas, se multiplicaban. A golpe de tuit y de me gusta se extendía la información pero también se transmitía ese clima de miedo que, paradójicamente, se construye cuando se repite una y otra vez la frase "mantened la calma".

Evidentemente, la noticia del primer caso detectado en Senegal no era una sorpresa completamente. La enfermedad llamaba a las puertas del país como a las de otros que, de momento, se mantienen a salvo pero se saben amenazados, a través de las fronteras de los países más afectados. Y los senegaleses hace meses que miran con recelo al vecino del sudeste, Guinea Conakry. Precisamente, desde allí, llegó el primer afectado.

Las redes sociales, Twitter y Facebook fundamentalmente, transmitieron durante los primeros momentos la confusión propia de una noticia de estas características: los detalles que van apareciendo con cuenta gotas, la obsesión por ser el primero en compartir la noticia y en aportar un dato nuevo... Y, sin embargo, la comunidad de tuiteros fue capaz de conducir con relativo orden la situación; mientras que en los apartados de comentarios de las webs informativas senegalesas se disparaban las teorías de la conspiración y los ataques de histeria, en la plataforma de microblogging los mensajes mantenían una cierta calma, eso sí, sin poder ocultar una evidente inquietud.

El núcleo duro de la comunidad de ciberactivistas senegaleses organizó, al día siguiente de la noticia, un gabinete de crisis para intentar dar unidad a las acciones en las redes sociales. Lo primero era tomar el mando de un hashtag que ya se había empezado a utilizar el día anterior: #SenStopEbola. Después, se trataba de poner en marcha una página de Facebook que garantizase el espíritu de esta acción virtual Stop Ebola Sénégal, un grupo que en los cinco primeros días consiguió, prácticamente, 5.000 seguidores. Y, al mismo tiempo, marcar unos objetivos y unas directrices de la acción.

Los ciberactivistas senegaleses ya tenían un ojo puesto en la amenaza del virus. Hace unas semanas fueron los principales responsables, en colaboración con las comunidades digitales de otros países de la región, de la campaña #GiveUsTheSerum. En esa ocasión reclamaban que los pacientes africanos pudiesen acceder a los tratamientos, aunque fuesen experimentales, que despertaban la esperanza de acabar con la epidemia y exigían que la comunidad internacional y los gobiernos locales pusiesen en marcha todos los recursos para acabar con la expansión del virus. Estaban en alerta, pero eso no impide que la noticia del primer caso en Senegal haya supuesto un importante golpe y haya despertado unas mayores ansias de implicación.

La voluntad de este colectivo es informar y sensibilizar. A través de las informaciones fiables y rigurosas intentan evitar un estallido de pánico que podría dificultar el control de la enfermedad. A través de la sensibilización, pretenden convertirse en un canal más de transmisión de los consejos sanitarios y de las medidas necesarias para dificultar la propagación de la enfermedad.

En un primer momento, las llamadas a la calma resultaron fundamentales teniendo en cuenta que el primer caso de Ébola detectado en Senegal fue el de un joven guineano. Algunos internautas comenzaron a proyectar sus miedos y a exigir, por ejemplo, que ese primer enfermo fuese considerado un criminal. Otros, aun con un tono menos belicoso, poniendo el acento en la nacionalidad del afectado, abrían un camino peligroso.

Ese fue el primero de los retos de los tuiteros: evitar que el miedo desembocase en un escenario peor de estigmatización de los guineanos y en un extremo, quién sabe, quizá en un estallido de violencia contra esta comunidad.

Cartel en una de las lenguas de Senegal.
Cartel en una de las lenguas de Senegal.

El propio Fodé S. Kouyaté, el joven ciberactivista guineano que había iniciado la campaña #GiveUsTheSerum y que había colaborado de manera muy activa con la comunidad de blogueros senegaleses, mostraba su inquietud. Aunque como se ha visto, al margen de algunos usuarios, la voluntad de la acción en las redes no era señalar como responsable a la comunidad guineana de Senegal.

La mayor parte de la información que se ha transmitido durante estos días, tanto a través de Twitter con la etiqueta #SenStopEbola, como a través del grupo de Facebook Stop Ebola Sénégal, es el material gráfico con consejos. Se han multiplicado las ilustraciones y los carteles en los que se explica cómo hay que lavarse, cuáles son las vías de contagio del virus, cuáles son los síntomas o cómo actuar en caso de tener la más mínima sospecha de haber contraído la enfermedad. La sensibilización se ha puesto a la cabeza de la acción y se han utilizado las lenguas nacionales para conseguir que las instrucciones lleguen a todos los rincones del país.

Pero también han aparecido, evidentemente, informaciones de medios senegaleses e internacionales relacionadas con estudios sobre la enfermedad o sobre la evolución de la epidemia en otros países. De la misma manera, en una situación de semejante tensión, hay también espacio para la esperanza e, incluso, para el humor.

La plataforma de blogueros se movilizó de manera espontánea y voluntaria, asumiendo lo que consideraban que era su responsabilidad. Es evidente que el impacto directo de sus acciones es relativo teniendo en cuenta que poco menos de un 22% de los senegaleses navega por internet, según los datos de julio de 2014 de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU, por sus siglas en inglés) y que apenas un 6% tenía una cuenta de Facebook en abril de 2013, según las cifras de SocialBakers. Sin embargo, se han convertido en un importante canal de comunicación. Cheikh Fall, uno de los blogueros más carismáticos del país, ya explicaba hace meses que su actividad en la red se amplifica con el cara a cara. "La información a la que tenemos acceso a través de Internet la comentamos con amigos y vecinos así que, aunque ellos no naveguen, también les llegan esas informaciones", comentaba Fall.

No en vano, la plataforma de blogueros se ha convertido en una de las piezas de la campaña de sensibilización que el Gobierno senegalés ha puesto en marcha. Desde el 29 de agosto, personalidades de la música como Youssou N’dour u Omar Pene se han unido a esta labor junto a los líderes religiosos tanto católicos como musulmanes. Pero además, el 1 de septiembre la Ministra de Salud, Awa Marie Coll Seck, mantuvo una reunión con los máximos responsables de la prensa senegalesa y a ese encuentro fueron también invitados los miembros de la comunidad de blogueros y tuiteros.

Esta invitación supone un reconocimiento a la actividad de información y sensibilización en la red, a pesar de que hace sólo unos días el presidente Macky Sall lanzaba algunos dardos envenenados contra algunos de los medios digitales en el marco de una comparecencia relacionada con la normativa de la prensa. Pero ante el reto de hacer frente a una amenaza como el Ébola parece que no hay lugar para los reproches y el resentimiento. Ese mismo reconocimiento ha venido además directamente y, precisamente a través de Twitter y Facebook, de personalidades políticas como Mankeur Ndiaye, ministro de asuntos exteriores y de los senegaleses del extranjero, o el alcalde de Dakar, Khalifa Ababacar Sall.

Del nacimiento a la mayoría de edad en dos años y medio

C. B. E.

Los ciberactivistas senegaleses han tenido una evolución vertiginosa. Lejos han quedado los momentos en los que antes de las elecciones presidenciales de 2012, los políticos no les prestaban atención. Esa cita fue, precisamente su nacimiento, la primera ocasión en la que las redes sociales se utilizaban en Senegal de manera sistemática y, más o menos, organizada con una voluntad de participación social. Después de aquello, los blogueros y tuiteros que habían llevado el peso de la iniciativa recibieron el guiño de algunos miembros de la nueva clase política liderada por el ganador de los comicios, Macky Sall. Pero los gestos fueron tibios y, en algunos casos, incluso contradictorios, por lo que los ciberactivistas siguieron su crecimiento independientemente.

Se bautizaron apenas unos meses después, durante su actividad en las inundaciones que afectaron a Dakar en agosto del mismo año 2012. Pasaron su corta infancia entre actos para recaudar fondos para los damnificados por estas inundaciones y otras campañas solidarias y empezaron su adolescencia haciendo frente a una oleada de cortes de agua en Dakar que se prolongó durante semanas y provocó complicadas situaciones de falta de agua potable. Pero en los últimos meses esa adolescencia se ha hecho todavía más rebelde. Se enfrentaron al muro de una embajada turca en Dakar que se había proyectado justo en el litoral de la ciudad y reivindicaron el derecho a acceder a la playa de los ciudadanos hasta que consiguieron que el proyecto se suspendiese. Se han unido al combate contra los Acuerdos de Partenariado Económico (APE) que la UE está negociando con la organización regional de África del Oeste, la CEDEAO. Y, en los últimos meses, han mostrado una solidaridad inquebrantable con los ciberactivistas de otros países preocupados por el impacto del Ébola. Ahora, el propio Gobierno senegalés recurre a ellos y les convoca oficialmente para marcar las líneas maestras de una campaña de sensibilización trascendental. Ya son actores sociales absolutamente reconocidos y, por tanto, ya son mayores de edad.

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Sobre la firma

Carlos Bajo Erro
Licenciado en Periodismo (UN), máster en Culturas y Desarrollo en África (URV) y realizando un doctorando en Comunicación y Relaciones Internacionales (URLl). Se dedica al periodismo, a la investigación social, a la docencia y a la consultoría en comunicación para organizaciones sociales.

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