_
_
_
_

Malia empieza a volar sola

Tras sus primeras prácticas, ya busca universidad y se divierte ‘sola’ en festivales de música

Silvia Ayuso
Malia Obama, seguida de sus padres, rumbo a sus vacaciones.
Malia Obama, seguida de sus padres, rumbo a sus vacaciones.cordon press

A Barack Obama le gusta contar que una de las razones que le acabaron de convencer para volver a presentarse a la presidencia de Estados Unidos era que ello garantizaba que el servicio secreto cuidaría de sus dos hijas a lo largo de su adolescencia. Una broma que probablemente no le haga tanta gracia a las protagonistas de sus desvelos, su hija menor, Sasha, de 13 años y, sobre todo, a la primogénita, Malia, que con 16 recién cumplidos está en plena adolescencia, una de las épocas en la que por norma general menos gusta este tipo de atención, ni parental ni mediática.

Pero la broma adquiere más significado por cuanto que Obama se la repetía recientemente a una ex primera hija que sabe bien, y de primera mano, lo difícil que es estar expuesto a los medios de comunicación porque tu padre sea el dirigente de una de las primeras potencias mundiales. La oyente de la anécdota era Jenna Bush Hager, quien junto con su hermana melliza Barbara protagonizó no pocos titulares tras ser descubiertas intentando comprar alcohol cuando todavía no tenían la edad mínima legal para ello en Estados Unidos, fijada en 21 años.

Cuando Malia Obama se instaló en la Casa Blanca con sus padres y su abuela materna, Marian Robinson, era una niña de 10 años que miraba a las cámaras con timidez. Aunque sus padres han protegido a sus hijas de los focos, y la prensa ha respetado generalmente esta decisión, en estos seis años se ha podido ver cómo esa niña daba el estirón y se convertía en una jovencita espigada (hoy casi tan alta como su padre) con algo más de confianza, pero todavía esquiva ante unas cámaras siempre ávidas.

Al fin y al cabo, Sasha y Malia son las hijas más jóvenes de un presidente en décadas. Jenna y Barbara Bush tenían 20 años cuando su padre entró en el Despacho Oval. Hasta Chelsea Clinton había cumplido ya los 12 cuando su progenitor inició el primero de sus dos mandatos.

Su rutina ha sido estricta: sin televisión entre semana y está vetado Facebook

El interés por los vástagos presidenciales viene además de lejos: una de las primeras hijas que más sensación causó fue Alice Lee Roosevelt, que tenía 17 años cuando su padre Theodore Roosevelt llegó a la presidencia. Esta protagonizó escándalo tras escándalo por su afición a fumar —algo muy mal visto en una mujer a comienzos del siglo XX— en el tejado de la Casa Blanca o a apostar en carreras de caballos.

Con la adolescencia llegan “los bailes, y aprender a conducir y está el spring break (las vacaciones de primavera de los estudiantes, que suelen estar marcadas por los excesos)”, reconocía la actual primera dama, Michelle Obama, en abril. “Son todas las cosas que afronta cualquier padre con hijos adolescentes, salvo que en este caso tienes que lidiar con algunos detalles más, como la seguridad”, suspiraba.

Desde un principio, los Obama dejaron claro que no iban a permitir que vivir en la mansión presidencial más famosa del mundo se les subiera a la cabeza a sus hijas. Y con ese objetivo su rutina ha sido bastante estricta: nada de televisión durante la semana, Facebook está vetado, cenas en familia a las 18.30, padre-presidente incluido, y ellas deben hacerse la cama.

Claro que crecer en la Casa Blanca tiene sus ventajas: viajar a lugares remotos como China o África acompañando a tus padres en visitas oficiales, o cruzarte en los pasillos de casa no sólo con líderes mundiales, sino también con estrellas del cine como George Clooney o —quizás más emocionante para adolescentes como Malia y Sasha— con cantantes como Beyoncé, otra amiga personal de sus padres.

Precisamente, aunque los Obama no dan detalles de los planes de sus hijas salvo si los acompañan en viajes oficiales, de lo poco que ha trascendido durante el verano de sus actividades es que Malia y su hermana acudieron en julio al concierto de Beyoncé en su Chicago natal, aunque acompañadas por alguien aún más celoso de su seguridad que el servicio secreto, su madre.

Pero en una muestra de que Malia poco a poco empieza a despegarse de las faldas maternas, unos días más tarde iba sola —todo lo sola que se puede ir cuando tienes guardaespaldas velando hasta de tu sombra— al festival Lollapalooza también en Chicago, donde no dudó en posar sonriente junto con algunos otros asistentes en selfies que rápidamente acabaron en las redes sociales.

Malia Obama en uno de sus 'selfies' durante el Lollapalooza.
Malia Obama en uno de sus 'selfies' durante el Lollapalooza.

Además, este verano ha hecho prácticas en los estudios de Steven Spielberg —otra estrella próxima al universo Obama— en Hollywood, donde hizo cosas tan poco glamurosas pero típicas de un becario raso como servir cafés durante la producción de la serie de televisión Extant, protagonizada por Halle Berry.

Al fin y al cabo, como recordaba su padre poco tiempo atrás, el tiempo vuela y dentro de nada —dos años— Malia estará haciendo las maletas para irse a estudiar en la universidad.

“Estoy tratando de acostumbrarme a tragarme las lágrimas para no avergonzarla” cuando llegue el momento, reconocía el presidente al hablar ante una clase recién graduada en junio. Poco después, se supo que la joven había visitado las universidades californianas de Berkeley y Stanford, donde también estudió Chelsea Clinton.

Quizá otro síntoma de que con la edad están cambiando algunas cosas, ni Malia ni Sasha pasan tampoco ya todas las vacaciones con sus padres. Eso sí, los Obama dicen que confían en ellas. “Tienen la cabeza bien puesta”, asevera su padre.

Lo que no quita que hayan dejado bien claro, y en público, que están dispuestos a llegar incluso a grandes extremos para asegurarse de que no hacen algunas de las tonterías típicas de los adolescentes, como un tatuaje comprometedor. “Lo que le he dicho a las niñas es: ‘si un día decidís haceros un tatuaje, entonces mamá y yo nos haremos el mismo tatuaje en el mismo lugar. Y lo colgaremos en YouTube, como un tatuaje en familia”, reveló Obama a comienzos de año. “Pensamos que eso podría servir para disuadirles de pensar que eso es una buena forma de rebelarse”, ironizó.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_