Fronteras inhumanas en África
Un colectivo de artistas audiovisuales africanos viaja a través de dos continentes para demostrar que el mundo es uno
Partieron los nueve de Lagos, en Nigeria, con el alba del pasado 2 de junio. Encajonados en una furgoneta, y con las maletas, cámaras, plumas y cuadernos listos. La imaginación, la creatividad y la inspiración, a flor de piel. Tienen por delante una importante misión: llegar a Sarajevo (Bosnia) por carretera y borrar a su paso todas las fronteras que encuentren. ¿Son unos locos? No. O sí. Pero saben lo que hacen. Son los integrantes de Invisible Borders, un pequeño ejército de artistas que llevan desde 2009 realizando un viaje anual para demostrar que las fronteras entre países, razas y culturas no existen. Durante cuatro meses y a lo largo de 20.000 kilómetros, estos escritores, fotógrafos y artistas visuales analizan los contrastes entre un país y otro y comparten su arte, un arte que se entiende en todos los idiomas.
Han pasado tres semanas desde la expedición se puso en marcha, y el blog en el que a diario vuelcan sus impresiones y sus sentimientos no deja de engordar. Fotografías, relatos viajeros, entrevistas, vídeos, encuentros… La caravana de Invisible Borders es como una bola de nieve que, según avanza, se va haciendo mayor.
La expedición se topa con una realidad que quizá esperaban, aunque eso no impide su desazón. las fronteras no se pueden borrar con facilidad; la burocracia nunca duerme. "Entre frontera y frontera puedo ver la extraña permanencia de la burocracia, la poca habilidad de los oficiales", escribe Emmanuel Iduma en la última entrada que de momento se ha publicado en el blog. "Te conviertes en el no querido, el sospechoso, el potencial delincuente, el viajero intolerable, incluso en el vagabundo, incluso el que busca problemas...". Los viajeros ven que la frontera es la materialización de la autoridad, y que los oficiales no son humanos sino máquinas inanimadas con los que es imposible negociar. Autómatas arrogantes e irritables, les llaman.
Comenzaron en Lagos, con muchas ganas de encontrar una manera de presentar un África moderna, lejos de estereotipos, al resto del mundo. “Como joven artista que soy, soy consciente de que hay una cantidad enorme de cosas que aprender; espero desafíos en el viaje, pero también espero aprender valiosas lecciones y habilidades”, reflexiona Angus MacKinnon, fotógrafo.
La salida de Lagos es el momento en que los chicos y chicas de Invisible Borders sienten que comienza la aventura de verdad, con los pros y los contras. Renee Mboya, escritora, extrae la esencia de todo road trip con unas líneas apuradas entre frontera y frontera, unos límites que, por mucho que quieran borrar, siguen siendo bien reales cuando de la burocracia se trata:
“Cuatro horas en la frontera con la República de Benin. Nos movemos dos metros cada vez: empezamos, nos detenemos, negociamos, regateamos, vendemos sueños... Dos horas en la frontera con Togo. Lomé es amable con nosotros. Nos derrumbamos de tres en tres en las frescas sábanas blancas del Loris hotel. Nos enamoramos, tocamos las olas tímidamente con nuestros dedos de los pies. Tenemos un romance con el Atlántico y rendimos homenaje a los dioses del agua. La despedida es agridulce, prometemos volver. A la mañana siguiente nos despertamos con una lucha en la frontera con Ghana. Dos días, tres fronteras, los cuerpos sudorosos se pegan contra los asientos grises de piel sintética de nuestro coche. En la noche, las apariciones de los funcionarios de fronteras persiguen el sueño. Cuando nos encontramos, Accra está tranquila”.
En Benin, Angus MacKinnon siente curiosidad por la cantidad de motocicletas que engrosan el tráfico nada más cruzar la frontera. En tres minutos, dispara 19 fotografías que luego publica en una fotogalería; todas uniformes. "El transporte es un tema que se ha empezado a hacer habitual en las imágenes que voy tomando durante el viaje", cuenta. Y advierte que habrá más. A fin de cuentas, es una constante que les acompañará durante todo el camino.
Al llegar a Accra (Ghana), presentan su proyecto a un público al que califican de más entusiasta y comprometido que el que encontraron en Lagos al inicio de su travesía. La razón es, en parte, a que han mejorado su discurso aprendiendo de los errores cometidos en la primera intervención. "Hemos comprendido las desventajas que tiene una reunión entre artistas y público sin moderador", explica la fotógrafa Emeka Okereke.
Es en Accra tambíen donde Emeka decide perderse por la ciudad y experimentar con su cámara en un paseo donde el destino no es un lugar sino un propósito: la manifestación fotográfica de sus encuentros con las calles y barrios por los que camina. “Espero que las fotos sean la representación de los lazos entre mi historia y la historia del pueblo”, reflexiona.
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