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Aquellos increíbles cuatro días en Alabama

A principio de 2010, 'El País Semanal' publicó 'El club de los resucitados', la historia de 21 hombres inocentes que estuvieron a punto de morir ejecutados en Estados Unidos

Álvaro Corcuera
Ray Krone fue, en 2002, la persona inocente número 100 liberada de prisión después de haber sido condenado a muerte en Estados Unidos.
Ray Krone fue, en 2002, la persona inocente número 100 liberada de prisión después de haber sido condenado a muerte en Estados Unidos.sofía Moro

Todo sucedió en una sala de conferencias de un hotel a las afueras de Birmingham (Alabama), en noviembre de 2009. El establecimiento se llamaba Alta Vista, por aquello de que estaba sobre una loma, desde la cual se veía la autopista interestatal número 65, y más a lo lejos, como a unos cinco kilómetros en línea recta, se intuía el centro de la ciudad donde nacieron los derechos civiles en Estados Unidos. Desde la cárcel municipal, el Reverendo Martin Luther King escribió su famosa carta apelando a la protesta pacífica en 1963. Un documento que marcó el camino de la lucha contra la segregación en EEUU. Meses después, las manifestaciones en favor de la igualdad de negros y blancos explotaron con el asesinato de cuatro niñas afroamericanas, muertas por una explosión en una iglesia baptista en una mañana de domingo.

Y allí estábamos, 46 años después, en la misma ciudad, escuchando atónitos los testimonios de 21 hombres que un día fueron condenados injustamente a muerte, comprobando que la historia de Norteamérica continúa arrastrando algunas de las prácticas, odios y costumbres del pasado. “Estuve a una hora de ser ejecutado, sólo a una hora de estar muerto, a una hora de ser asesinado. Porque eso es lo que querían hacer. ¿Entiendes lo que te estoy diciendo? Estuve a una sola hora de que me mataran", dijo Derrick Jamison mirando tan fijamente a los ojos que parece que aún le estamos viendo. Apenas llevaba cuatro años libre, tras pasar 17 injustamente en el corredor de la muerte de Ohio. Charlamos durante quizá una hora. Más bien habló él. Casi no hacían falta las preguntas. Tan solo era necesario escuchar a una persona que necesitaba hablar. Y por supuesto mirar de frente a ese hombretón afroamericano que estuvo a un solo paso del otro mundo y a quien terminamos abrazándonos cuatro días después.

El club de los resucitados, lo llamamos en El País Semanal. Por el objetivo de la cámara Hasselblad de Sofía Moro pasó Derrick, y uno tras otro todos los demás, durante cuatro días: conocimos la dignidad de Ray Krone y su tatuaje freebird (pájaro libre), la fragilidad de Shujaa Graham, la inocencia de Albert Burrell y su hermano, la clarividencia de Delbert Tibbs, la alegría de Ron Keine, el espíritu de lucha de Greg Wilhoit, el enfado de Curtis McCarthy… Aquellos hombres que pertenecían a Witness to Innocence -organización que agrupa a muchas de las personas que un día estuvieron condenadas a muerte en EEUU y a sus familias- pasaron por aquella sala del hotel Alta Vista. Allí levantó Sofía un estudio improvisado de fotografía y allí miramos y comprendimos, rostro tras rostro, testimonio tras testimonio, la atrocidad de la pena capital.

Tanto nos impactó aquella historia de derechos humanos que empezamos a partir de entonces a indagar en la pena de muerte en el resto del mundo, conociendo en los años posteriores otros países como Japón o Bielorrusia, comprobando que en lugares tan alejados entre sí y de Estados Unidos las personas y sus vidas se parecían a las norteamericanas: juicios injustos, corrupción policial, falsos testimonios… Historias reales de terror y de esperanza por las que El País Semanal apostó y publicó. Historias que partieron de aquellos increíbles cuatro días en Alabama.

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Sobre la firma

Álvaro Corcuera
En EL PAÍS desde 2004. Hoy, jefe de sección de Deportes. Anteriormente en Última Hora, El País Semanal, Madrid y Cataluña. Licenciado en Periodismo por la Universitat Ramon Llull y Máster de Periodismo de la Escuela UAM / EL PAÍS, donde es profesor desde 2020. Dirigió 'The Resurrection Club', corto nominado al Premio Goya en 2017.

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