Vuelven los monstruos
La hermana de Beyoncé protagonizó el vídeo del mes al ser grabada por una cámara del ascensor de un hotel agrediendo a su cuñado, el rapero Jay Z
Con el regreso de Godzilla ha vuelto también Julio Iglesias. A ambos los une la garganta porque de Julio siempre admiramos su voz, y del monstruo japonés, la potencia de su halitosis radiactiva. Godzilla está reventando los cines con un mensaje: la ayuda que tanto necesita Occidente viene ahora de Oriente. El antiguo “peligro amarillo” es ahora “El Origen”, y eso lo confirma el hallazgo de una calavera en Yucatán que demuestra lo que muchos latinoamericanos temíamos: somos todos medio chinos.
A Julio Iglesias, premiado esta semana como el artista latino más exitoso de todos los tiempos, se le han achinado un poco los ojos no por la cirugía plástica, sino porque ese es nuestro origen latino. Durante la rueda de prensa en Londres, manifestó elogios para Conchita con una certera definición sobre la barbuda triunfadora de Eurovisión: “Una supercantante, mujer increíble y muy sensible”. Y resumió su posición política ante España declarando que “el federalismo es el futuro”. Julio está de vuelta, no cabe duda. Y además un poquito más a la izquierda ahora que la izquierda está un poquito más a la derecha.
Los monstruos, como Godzilla y Julio, nunca viajan solos. Si no que lo pregunten tanto en León, la apacible capital de provincias, como en Manhattan, la antigua Pekín, donde Solange Knowles, la hermana menor de la gran Beyoncé, protagonizó el vídeo del mes al ser grabada por una cámara del ascensor de un hotel agrediendo a su cuñado, el rapero Jay Z. Desde aquel macabro vídeo del ascensor del Ritz de París donde Diana de Gales y Dodi al Fayed descendían hacia su trágico final no habíamos sentido la inmediatez histórica de un vídeo de seguridad. Las hermanas venían de la fiesta de la moda en el MET, con algo más que copas dentro: una potente rivalidad entre ellas que no pudo contenerse más. Ser hermana de Beyoncé tiene que ser muy duro, igual que ser Estefanía de Mónaco y que tu hermana sea Carolina. Además, Beyoncé se vistió, con poca tela, de Givenchy, como una seductora viuda negra/rubia, mientras que Solange no las tuvo todas con su traje color mango y mucho tejido. La polémica pasó de los trajes a los puños dentro del ascensor. Aparte de los improperios y un lenguaje corporal rudo, más propio de una sesión en el Parlamento venezolano, se descubre que estas hermanas están en parecida situación que Ucrania y Rusia. En un momento de la trifulca, Solange no solo pierde los papeles, sino algo parecido a un pendiente, y es el único segundo en que Beyoncé, todo el tiempo recostada contra una de las paredes del ascensor protegiendo tanto su Givenchy como su reputación, reacciona para inclinarse a recogerlo. El gesto de una diva: atenta a los detalles, a los objetos que hay que devolver, más que al ataque de su hermanita. Brutal Beyoncé. Pobre Solange, demasiado humana para alcanzar esa cima que tiene por hermana.
No solo hay monstruos nadando en el Pacífico o cantando en Londres. Acaban de aparecer más en León. El crimen de la presidenta de la diputación de León deja claro que las paranoias compartidas entre una madre y su hija pueden ser muy peligrosas. También revela que la monstruosa gestión del poder en esa provincia parecía estar protagonizada por una sola persona, la fallecida. Más que un ataque a la casta política, como ellos quisieron hacernos ver asistiendo en masa al funeral, el homicidio se está convirtiendo en una investigación que abre un pequeño agujero por el cual observar cómo se acumula, gestiona y ejerce poder en las provincias. Pueblo pequeño, infierno grande, territorio inmejorable para la reproducción de monstruos capaces de cualquier final.
La ola de estupor que este homicidio ha generado casi sombrea el décimo aniversario de la boda de los Príncipes de Asturias. En estos 10 años, Letizia no ha dejado de transformarse y adquirir más protagonismo. Siempre se le critican cosas, pero hay que reconocer que la joven princesa ha conseguido adentrar al heredero en el gusto por el cine en versión original. En eso coincidimos. Con todos los respetos a los profesionales del doblaje, una película es mejor si se oye en su idioma. Y es estupendo que la princesa lo promueva. En estos 10 años ha llevado a su marido a ver películas chinas en chino, danesas en danés e inglesas en inglés. ¿Y en catalán? Seguro que lo han hecho. Jamás imaginamos que la versión original hiciera tanto por la Corona y el federalismo. Lo que sí es bastante comprobable es la dificultad de muchos españoles para aprender otro idioma. “Es porque el hábito del cine doblado les ha impedido familiarizarse con otras lenguas”, explica una bilingüe fanática de los príncipes en uno de los restaurantes pijos que frecuentan en Madrid.
Para ser un buen monstruo hay que tener poderes. Beyoncé, Julio y Ana Obregón tienen el de su fama, que se extiende y a veces fagocita a sus seres queridos. Godzilla tiene esa fascinante dualidad que pese a tener un aspecto exterior amenazante, su interior atómico es todo buenismo prehistórico. Y de los monstruos también se puede aprender glamour, mucho más desde que Tamara Falcó nos haya tranquilizado sentenciando que “el glamour no es pecado”. Amén, Tamara. Queridos monstruos: gracias por existir.
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