El peso de la deuda
Las pruebas de solvencia de los bancos, cargados de bonos públicos, decidirán la vuelta del crédito
Los bancos españoles y europeos empiezan a conocer algunas de las exigencias de las pruebas de solvencia o resistencia al empeoramiento hipotético de la economía que prepara la Autoridad Bancaria Europea (EBA). Los primeros requerimientos —el resto se irá conociendo poco a poco— son menos duros de lo que se esperaba. Así, por ejemplo, ayer se supo que los 124 grupos bancarios examinados, 16 de los cuales son españoles, tendrán que demostrar que su capital de calidad máxima está por encima del 5,5% del capital total. Puesto que se esperaba un mínimo del 6%, la banca española puede afrontar esta exigencia sin grandes agobios. Pero este no es el único requisito que pedirá la EBA; las pruebas medirán la calidad del crédito, los posibles riesgos del mercado y los costes de financiación entre otros puntos neurálgicos de los balances.
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Uno de ellos preocupa en especial a la banca española y también a la italiana: el riesgo que se atribuirá en las pruebas a la deuda soberana que figura en los balances. Las entidades españolas han recurrido a solicitar en el BCE préstamos al 0% y colocar el dinero en deuda nacional a 10 años al 4% de interés. La consecuencia directa de está práctica es un aumento de la cartera de deuda que, en el caso de los bancos españoles, supera el 10% de los activos; y la indirecta ha sido relegar el crédito a uno de los últimos lugares de interés en el negocio bancario. Pero puede suceder que las autoridades financieras europeas consideren que la cartera de deuda debe ser penalizada, no solo en los stress tests de este año, sino también en las nuevas normas de solvencia del sector. En ese caso, la deuda pública consumiría capital, algo que hoy no sucede, porque se acepta que su riesgo es cero.
Es evidente que mientras no se conozcan los resultados de las pruebas de esfuerzo y la probable penalización de la deuda pública, las entidades financieras no tomarán decisiones que aceleren la concesión de crédito a las pymes y a las familias; y que el bloqueo en el flujo de préstamos retrasa la recuperación de las economías española y europea. Esta es una de las razones por las cuales el crecimiento económico de los dos últimos trimestres o el interanual del 0,8% o 0,9% previsto en 2014 es demasiado débil para propiciar una creación sustancial de empleo. Las condiciones de las pruebas de solvencia y estrés son, pues, decisivas para la economía española y como tal deben ser cuidadas por la banca.
En este contexto, la reclamación de medidas excepcionales de liquidez al Banco Central Europeo (BCE) —similares a las que adoptó y está a punto de retirar la Fed— u otras decisiones monetarias que faciliten el crédito a las empresas está plenamente justificada, y más en una coyuntura de recuperación incipiente. Pero también debe recordarse que en el caso de Europa las facilidades de liquidez no se han trasladado con la rapidez y la eficiencia debida a la economía real, para frustración del propio BCE.
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