El Rey, contra el desaliento

Las televisones autonómicas TV3 y ETV, que han silenciado el mensaje de Navidad del Rey, no lograrán impedir que todos los ciudadanos de España nos enteremos de las directas palabras del monarca. Afortunadamente existen otras cadenas, otros medios de comunicación hablados y escritos, y la libre elección del ciudadano para escucharlas cuando así lo deseen. Y por eso ha calado de nuevo el mensaje de ejemplaridad y transparencia realizado por don Juan Carlos, y su defensa de nuestra Constitución: la misma que nos ha proporcionado el periodo más dilatado de libertad, convivencia y prosperidad de toda nuestra historia, aunque algunos pretendan olvidarlo. Y por ello, el Rey exige que se cumpla y se haga cumplir la Constitución y las leyes; y así, invita a las fuerzas políticas a combatir el conformismo y el desaliento.

Palabras sabias del Rey, acordándose de los más desfavorecidos, y que debieran ser el ejemplo a seguir de todos los responsables de las diferentes instituciones y del resto de ciudadanos. Todos juntos para seguir en convivencia en un país donde lo que nos une siempre será infinitamente más que lo que nos pueda separar. Majestad: gracias por no rendirse nunca.— David García. Madrid.

Actualización de los acuerdos de convivencia: eso es lo que ha propuesto el Rey en su discurso de Nochebuena. Parece ser que la legislación española actual, con la Constitución al frente, necesita una puesta al día. Seguramente. Y no solo como respuesta al problema catalán, también para corregir desmanes cometidos hoy a nivel estatal en terrenos como el laboral, el educativo, el sanitario, el de financiación de partidos...

Dice también el Rey que las diferencias deben resolverse con las reglas del juego democrático. Claro, ¿qué mejor manera que la democrática?

El problema se presenta en toda su crudeza cuando nos topamos con la realidad y vemos que en el Parlamento el partido que nos gobierna no tiene ningún reparo en aplicar el rodillo. Un partido cuya idea de ponerse al día consiste en volver a imponer leyes del aborto y de seguridad ciudadana de épocas remotas.

Para alcanzar la Constitución de 1978 y cambiar de régimen fue necesario que los procuradores de las Cortes se hiciesen el harakiri. ¿Alguien confía en que los parlamentarios del PP acepten sacrificarse convocando elecciones anticipadas? Porque es evidente que, mientras ellos manden (y más aún con mayoría absoluta), esperar que firmen con los demás partidos acuerdos favorables a los intereses generales de la población es esperar en vano.

Tal como se comportan, ya no sé si al etiquetar al Partido Popular como partido de extrema derecha se le insulta, se le halaga o sencillamente se le define.— Bernardo Ruiz Segura.