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La ‘desunificación’ alemana

Por sus venas corre la sangre de Otto Von Bismarck, artífice de la unidad de Alemania, pero sus descendientes no han sido capaces de mantener unida su propia familia.

Ferdinand von Bismarck, con su hijo Carl-Eduard y Nathalie, esposa de este, en una gala en Berlín en 2006.
Ferdinand von Bismarck, con su hijo Carl-Eduard y Nathalie, esposa de este, en una gala en Berlín en 2006.GETTY

Por las venas de Carl-Eduard Otto Wolfgang Jayme Anders, conde Von Bismarck-Schönhausen, conocido entre sus amigos por el apodo de Celle, corre una exquisita sangre azul, un privilegio reservado a los descendientes directos de estirpes famosas que han protagonizado capítulos de gloria en la larga, controvertida y violenta historia germana. Celle es bisnieto de Otto von Bismarck, el famoso y legendario Canciller de Hierro, cuyo mayor mérito fue haber logrado la unificación alemana en 1871, tras derrotar a los franceses en la guerra franco-prusiana.

Pero el aristócrata bisnieto del Canciller de Hierro e hijo mayor de Ferdinand von Bismarck, el jefe del clan, en lugar de engordar las glorias de su famoso antepasado y multiplicar la fortuna de la familia, acaba de cometer el pecado de violar el principal mandamiento que rige en la aristocracia global: la ropa sucia se lava en la intimidad de los regios salones familiares.

Celle asegura que su madre es incapaz de conversar a partir de las 17.00, "la hora del vino tinto" 

En una explosiva entrevista concedida al periódico Bild am Sonntag, el aristócrata, de 52 años, calificó a su hermano menor, Gregor Archibal Johannes, de “codicioso”, denunció que su padre sufría “demencia senil” y acusó a su madre, la princesa Elisabeth, de ser una rabiosa defensora de la política antisemita de Hitler. ¿Los motivos del ataque? Una furiosa lucha por la herencia familiar, una fortuna calculada en más de mil millones de euros y que el bisnieto necesita con urgencia.

“La eterna discusión sobre la herencia es tan desagradable que me ha impedido ejercer mi profesión. La relación con mi hermano Gregor está hecha pedazos y, desgraciadamente, mi madre ha desempeñado un rol trágico”, confesó el descendiente del Canciller de Hierro al periódico dominical que leen más de cuatro millones de personas. “Es una situación espantosa que ya no puedo seguir ocultando”.

No fue todo. Celle, que en su día fue calificado por la prensa germana como “un bueno para nada”, acusó a su madre de haberle cerrado las puertas del castillo familiar y de intentar arruinar su matrimonio con Nathalie Barlman, una canadiense nacida en Tel Aviv, con pérfidos ataques antisemitas. “Mi madre solía decir al referirse a mi esposa: ‘Hitler debería haber aniquilado a todos los judíos”, dijo.

¿La dinastía más famosa de Alemania, nostálgica del Tercer Reich y sumida en una amarga y peligrosa lucha familiar a causa de una herencia multimillonaria? Las declaraciones de Celle von Bismarck al Bild am Sonntag hicieron correr ríos de tinta en la prensa alemana, que descubrió que los aristócratas son seres de carne y hueso y que muchas veces utilizan las armas menos convencionales para buscar provecho para sí mismos.

Los Bismarck, la decadencia de una dinastía, tituló el prestigioso periódico Die Welt al hacerse eco de las peleas de la saga familiar."Guerra por la herencia en la familia Bismarck", escribió el semanario Focus.

Bajo la premisa periodística de que los escándalos de famosos se venden bien, la saga de la familia Von Bismarck, que recuerda la serie Dallas, pero con un escenario real y exquisito, originó una inédita cobertura periodística sobre los miembros del clan. El resultado dejó al desnudo que la familia, a pesar de su abolengo, de sus millones y de la veneración que aún despierta la memoria del Canciller de Hierro en Alemania, está marcada por una enfermedad crónica: los escándalos.

Estos abundan, por ejemplo, en la corta vida de Gottfried Alexander Leopold, quien murió en Londres en 2007. El joven aristócrata, el menor de los hermanos, causó sensación en Londres por su afición a las medias de seda, los pintalabios, la cocaína y la heroína. Las orgías del joven conde y más de una muerte violenta ocurrida en su casa, sin embargo, no hicieron mella en la unidad de la familia. El joven murió a causa de una sobredosis de heroína.

La prensa también ha recordado estos días la carrera profesional de Celle, que en sus mejores días estudió Administración de Empresas, una profesión que nunca llegó a ejercer. Gracias a su afición a las fiestas y a una bien estudiada vagancia, recibió el título de oveja negra de la familia. Durante su breve carrera de parlamentario de la CDU en el Bundestag (2005-2007), Celle se hizo merecedor del dudoso honor de ser el “diputado más flojo” del país. En 2008, el aristócrata rompió con el partido.

No ha sido todo. A causa de la agria disputa familiar, la prensa germana también ha recordado que el aristócrata siempre ha tenido problemas con el alcohol, una debilidad heredada de su madre y que le ocasionó serios problemas con la justicia. Después de provocar un accidente de automóvil bajo la influencia del alcohol, el aristócrata se dio a la fuga.

“El alcoholismo es una enfermedad que va y viene”, admitió, tras revelar que gracias a la ayuda de su tercera esposa había logrado superar la enfermedad. Pero en su más reciente ajuste de cuentas con sus padres, Celle reveló que su madre era incapaz de sostener una conversación normal a partir de las cinco de la tarde. “Esa hora es conocida en la familia como ‘la hora del vino tinto’. Mi madre solo murmura”, aseguró.

La respuesta de la princesa Elisabeth no se hizo esperar. “Nuestro hijo ha cubierto de vergüenza el apellido Von Bismarck. Me avergüenzo de él y de todas las mentiras que ha propagado”, dijo la gran dama a la revista Bunte. “Estoy absolutamente decepcionada con él y soy incapaz de entender su comportamiento”.

Gregor, el hermano menor, también rompió su silencio y dejó saber que las acusaciones lanzadas por su hermano mayor eran tan falsas que sembraban serias dudas sobre su cordura. “Ningún miembro de la familia se involucrará en su guerra sucia”, dijo el conde Gregor. “¿Por qué hace esto?”. Respuesta de la oveja negra: “Tengo deudas”.

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