Kate Moss, “la chica más perfectamente imperfecta”
El British Fashion Council le otorga un premio como icono de la moda por sus 25 años de trayectoria profesional y su influencia tanto en la calle como en la industria que le entregó Marc Jacobs
Ha protagonizado escándalos, cometido excesos y vivido como ha querido. A punto de cumplir 40 años Kate Moss ha recibido el premio más prestigioso de la industria de la moda británica. La modelo londinense recogió el lunes por la noche en el Coliseo de Londres el reconocimiento especial otorgado por el British Fashion Council, que honra sus 25 años de trayectoria como modelo y la influencia que ha ejercido fuera y dentro del sector. Así se consagra como “icono de su generación” y referente de estilo. El diseñador Marc Jacobs le dio el premio y la presentó como “la chica más perfectamente imperfecta” y la describió como “dinámica, audaz y con talento”.
Moss compartió galardón con la veterana Suzy Menkes, que recibió el mismo reconocimiento por su trabajo como periodista de moda. JW Anderson, director creativo de Loewe, fue proclamado el “mejor nuevo diseñador establecido”. Otros premiados fueron Christopher Bailey, Miuccia Prada y Christopher Kane. La sorpresa de la noche vino con la elección del público que recayó en Harry Styles, de la banda One Direction. El ídolo adolescente es el primer hombre que se impone en la categoría de “mejor estilo británico”.
La modelo pasó la cena de gala sentada entre Donatella Versace y su amigo Sir Philip Green, dueño de Topshop. Posteriormente salió a celebrar su posado para el número del 60 aniversario de Playboy en una fiesta organizada por Marc Jacobs. En la portada aparece disfrazada de conejita, a la manera tradicional de la casa.
De todas las supermodelos, Moss es la que mejor representa el espíritu de nuestro tiempo. Es un camaleón que ha encarnado lo que pedía la época. Era la imagen de Calvin Klein cuando Bill Clinton condenó el heroin chic de la delgadez y la desgana. De la mano de la fotógrafa Corinne Day se convirtió en el emblema del desaliñado estilo grunge de los noventa y sus colaboraciones con Mario Testino son un canto al hedonismo y a la belleza clásica. Según Testino su encanto reside en que “aporta personalidad”. Para Donatella Versace, “fue icónica desde el primer momento. Nunca tuvo que convertirse en modelo”.
La historia empieza en 1988 cuando fue descubierta en el aeropuerto de Nueva York. No era especialmente alta, ni de belleza exuberante pero con siempre tuvo algo especial. Durante las dos décadas trabajó al más alto nivel, con excelentes fotógrafos y diseñadores como Alexander McQueen, Galliano, Marc Jacobs o Stella McCartney.
El bache llegó en 2005, cuando se publicó un vídeo que la mostraba esnifando cocaína junto a su entonces pareja el músico Pete Doherty. A la vuelta de rehabilitación, su caché había aumentado. Ha sido una de las embajadoras más efectivas del estilo británico. Siempre preparada para ir de fiesta y vestida con una mezcla de alta moda, vintage y prendas asequibles, perpetúa la imagen del Londres rockero y despreocupado que se fraguó en la época de los Rolling Stones, y que poco tiene que ver con la metrópolis y centro financiero que es hoy.
Sin sobreexponerse, ha aprovechado todo lo que ha podido su tirón con lucrativas colaboraciones. Ha diseñado una colección de ropa para Topshop -que retomará esta primavera-, accesorios de móviles para Carphone Warehouse, bolsos para Longchamp y una línea de maquillaje para Rimmel. Este año se ha establecido como musa con una subasta en Christie’s de obras de arte basadas en su figura, la primera venta que esta casa hizo sobre un personaje vivo.
El premio concedido por la industria de la moda británica oficializa su influencia. Hace de ella una figura respetable. Un arma de doble filo para alguien que se precia de ir por libre.
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