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El virus feminista

Malena Pichot se hizo popular como 'La Loca de Mierda' en latinoamérica con un vídeo en Youtube donde se desahogaba tras una ruptura amorosa. Hoy, en la radio, en la tele o en el teatro, es la voz a través de la que hablan muchas mujeres en la treintena

Patricia Ortega Dolz
Malena Pichot, la Loca de Mierda.
Malena Pichot, la Loca de Mierda.

El 30 de agosto de 2008, el día que empezó (o acabó) todo, era sábado; se sentó delante de la cámara de su portátil y se grabó: “No he estudiado nada, pero tiempo al tiempo, pronto voy a poder estudiar y voy a leer un montón… Estoy mucho mejor, ¿eh? Estoy muchísimo mejor”, decía envuelta en una bata blanca. “Estoy bien, estoy bien”, se repetía dándose con una pelota naranja en la cabeza. Y acto seguido, cogía un botecito y se ponía cuatro gotas de un líquido sobre la lengua. Sonaba esa canción de Ella Fitzgerald, My one and only, y rompía en llanto frente a su cámara tirándose de los pelos de su bonita melena negra. Alguien la llamaba por teléfono: “Nooo, estoy bien, ya me siento mucho mejor, hay que dejar pasar el tiempo, es eso”. Con las gafas de sol puestas, intentaba encender una colilla gastada del cenicero. Bailaba sobre la silla una samba de Tom Jobim. Y después daba una lección sobre cómo no comerse las uñas mientras apretaba compulsivamente una pelota antiestrés, para acabar rompiendo en un grito desgarrado: “¡Te extraño, gordo!”... Él la había dejado.

Colgó ese vídeo de dos minutos y medio en YouTube y 700.000 visitas después se había convertido en La Loca de Mierda, el título que ella misma le puso a esa primera grabación casera —“así era como me sentía”—, a la que siguieron muchas más, toda una serie de dos años: La Loca de Mierda en… Aquellos desahogos emocionales, sus carcajadas desesperadas, la exhibición de su pensamiento crudo frente a la cámara, que se extendían víricamente por la Red, se consolidaron con su emisión en la página web de la MTV latina. Y su carrera, que hasta entonces iba en un vaivén de los trabajos de correctora editorial a los pequeños escenarios en los que cantaba con su banda de jazz, despegó con fuerza meteórica.

Trabajó de comentarista en el programa Falso impostor de Rock & Pop, en la Radio Nacional Argentina. Un día entrevistaron a Juan José Campanella, y una semana más tarde, ella formaba parte del elenco de actores de la serie El hombre de tu vida, que dirigía precisamente el oscarizado director de El secreto de tus ojos. “Soy un fanático de La Loca de Mierda”, reconocía. Luego vinieron más programas de radio y de televisión, la nominación como actriz revelación a los premios Martín Fierro (2012), la columna diaria en Burundanga —el popular espacio de la radio nacional dirigido por el locutor Gillespi— y los stand up (comedia en vivo) que siguen reventando los teatros de Buenos Aires cada sábado. Hasta hoy.

¿Pero quién es esa Loca de Mierda?

Se llama Malena Pichot, nació hace 31 años en Buenos Aires como consecuencia del amor entre un anestesista cuyo lema era “es mejor perder un amigo que dejar de hacer un chiste” y de una profesora de expresión corporal que también pinta. Vive en un pequeño apartamento en la ciudad porteña. Sola. Bueno, con dos gatos, uno blanco y otro negro. No puede dormir con gente y su novio actual —“un genio”— vive en su propia casa. También solo. Y todos contentos. Por el momento.

Reivindico esa emocionalidad compleja, hormonal, histriónica e intensa que nos convierte en unas locas de mierda

Malena Pichot es la que no creía que pudiera cumplir su sueño de ser una guionista como Nora Ephron (Cuando Harry encontró a Sally), la que gastaba un clínex tras otro viendo sus comedias románticas, y la que —en lugar de escribir un best seller (Heartburn) como la periodista neoyorquina, contando el desastre de su matrimonio— terminó colgando en Internet aquel videoblog que parodiaba su depresión sentimental “por venganza, exhibicionismo y por experimentación”. Es la que va voceando conclusiones como: “No es aconsejable llamar al ex sin una razón clara”, “Está bien tener recaídas para reconfirmar cosas, como que no me quiere”, “Soy feliz, tengo todos los productos de Avene, o casi, me faltarán dos”, “Tranquilos, me estaba por indisponer, una vez que me baja, me relajo, solo necesito un poco de chocolate y soy una seda”, “Chicas, no dejen de hacer uso de sus días de furia”...

En Skype, Malena Pichot se parece mucho a La Loca de Mierda. Contesta la llamada en pijama, se levanta y se va: “¡Ahí después vengo!”. Regresa al rato comiendo una tostada: “No desayuné”. Cuenta que “él” —a quien nunca ha identificado— le dijo de todo tras ver el vídeo, “porque es un chico mal analizado”. Malena Pichot es de esas que dicen que sí, que no y que todo lo contrario en la misma frase, y la terminan con un “qué sé yo”. Es la que asegura que la sociedad “no sabe entender el feminismo”. La que dice: “El feminismo es simple. Es estar consciente de que hay una diferencia en los derechos cultural e injusta entre hombres y mujeres. Cualquiera que sea consciente de eso es feminista”. Y la que explica: “La Loca de Mierda hace una parodia de lo que odio de mí, de las mujeres y del género, y con ello reivindico la emocionalidad compleja, intensa, hormonal e histriónica de la mujer, todo eso que nos convierte en unas locas de mierda”.

Quizá por eso Malena Pichot es también “la pesada”, Silvina Muñoz, la jovencísima profesora de Ciencias Sociales que se enamora del padre maduro de un alumno en El hombre de tu vida, o la publicista Norma en los sketches de la serie ¡Cualca! (en el noticiero cómico Duro de Domar). Todas mujeres en la treintena y, en realidad, todas ella.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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