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Ocho consejos para empezar a comportarte como un adulto

La autora del libro 'Adulting' comparte en exclusiva sus consejos para llevar la vida de una persona madura y no morir en el intento

Tom C. Avendaño
Porque nadie acabar viviendo una película de Judd Apatow
Porque nadie acabar viviendo una película de Judd Apatow

La de Kelly Williams Brown era una encrucijada tristemente común en el sector demográfico de veintañeros independizados: "Me iba bien en el trabajo y tenía un gato que no se me había muerto en nueve años pero me sentía como una niña gran parte del tiempo", confiesa esta publicista de Portland (Oregón). "Me daba la impresión de que había un montón de cosas sobre la vida de adulto que los demás sabían y que yo debería saber pero que no".

A diferencia de esos coétanos que, como ella, estaban descubriendo que la comida no aflora de forma espontánea en la nevera y que el silencio no es forma de romper con alguien, Brown tomó cartas en el asunto. "Realicé cientos de entrevistas a jóvenes y adultos para descubrir cuáles eran esas cosas, esa responsabilidades, que todo adulto debería saber. Descubrí que nadie se ve a sí mismo como un adulto".

Compre papel higiénico por lotes¿Por qué no? Lo va a usar sí o sí.

Entre esa revelación y ahora está Adulting, el exitoso libro en el que Brown ha volcado todos esos pequeños consejos que se supone conforman la vida madura. Adulta a lo mejor no se siente la autora, pero su libro ha conseguido unas ventas muy poco infantiles, J.J. Abrams ya se ha interesado por los derechos para hacer una serie de televisión sobre él y ahora es capaz hasta de ofrecer un particular visión inicial de la madurez: "Es descubrir las cosas que deben hacerse, hacerlas sin quejarse demasiado y sin victimizarse en absoluto. También es ser decente y justo con los demás contigo mismo. Ya está".

También es capaz de compartir estos consejos de su manual de sabiduría:

Kelly Williams Brown, tan adulta que es capaz de enseñar a los demás.
Kelly Williams Brown, tan adulta que es capaz de enseñar a los demás.

Crea un mantra que nombre todo lo que DEBES llevar encima antes de salir de un sitio. Antes de irte, recítalo por lo bajo. "El mío es Tel-Lla-Car: teléfono, llaves y cartera. Amplíese a discreción".

No todo acaba en tragedia. "Si usted se pone, como yo, en lo peor a la mínima, va a estar equivocado muchas de las veces. Es probable que no tenga un tumor cerebral; es probable que su pareja no le esté engañando con un alto cargo del gobierno y si su jefe está callado, es probable que la explicación correcta no sea que le vaya a despedir".

Guarde bien la ropa. "Cosas que piden ser colgadas: pantalones bonitos, camisas, chaquetas/bléisers, todo lo que se poga sobre los hombros y corbatas (desanudadas, por favor).

La información importante nunca debe estar en papelitos. Nunca, nunca, nunca

Cosas que piden ser dobladas con cuidados y almacenadas en un cajón: Jerseis. Eso es lo más importante de todo. Nunca, jamás, cuelgue un jersey. Al margen de eso, doble todo lo que no sea lo suficientemente especial como para colgarse, del estilo de camisetas, vaqueros, calcetines, etc".

Hay muchas cosas que no son culpa suya pero que sí son asunto suyo. "Aquí cabe todo, de la economía a ese familiar que pierde los cabales con frecuencia, pasando por que el perro vomite un calcetín a medio digerir en el salón. Es cierto que esas cosas no las ha causado usted y que escapan a su control. Pero siguen cayendo en la esfera de su competencia.

Es más: la frase 'es que no es culpa mía' no debería salir nunca en su boca. Generalmente da igual de quién sea la culpa, en realidad; lo único que importa es que el problema se solucione".

La información importante nunca debe estar en papelitos. "Nunca, nunca, nunca. Tiene usted un margen de dos minutos desde que garabatea ese dato en ese trozo de papel indeterminado hasta que lo traslada a un lugar más permanente, como su teléfono o su calendario o a un correo que se envíe a sí mismo".

Tenga más de una barra de desodorante. "Una para su casa, otra para su despacho y otra para su coche. Básicamente, una para cada sitio en el que se vaya a encontrar usted a menudo. Lo juro: es una inversión de menos de diez euros y se paga sola en el momento en el que le abandone el desodorante y no tenga ninguno a mano".

Sea capaz de disculparse cuando hace falta. "¿Sabe a quién le gusta disculparse? A nadie. Pero, ¿sabe quién se equivoca aunque sea a veces? Todo el mundo. En cosecuencia, hay que superar esta alergia natural a las disculpas para ser un ser humano decente.

Esta acción se compone de tres partes. Primero, debe usted darse cuenta de lo que ha hecho mal. No vale disculparse sin arrepentirse de verdad de lo sucedido. ¿Qué hizo? ¿Qué debería haber hecho? ¿Qué haría si pudiera dar marcha atrás en el tiempo? Después, sea todo lo humilde que pueda. Las excusas no valen. Las explicaciones sí, las excusas no. Por último, sea todo lo sincero que pueda. La disculpa, pues, debería tener el siguiente aspecto:

Ser adulto es hacer lo que se debe sin quejarse mucho y sin victimizarse nada

'¿Sara? Mira, me siento fatal por [lo que sea que haya hecho] porque [motivo por el cual lo que hizo no está bien]. No sé en qué estaba pensando salvo que [si existe cualquier dato con valor exculpatorio que resulte MUY pertinente, debería ir aquí a menos que suene a excusa]. De verdad que si pudiera dar marcha atrás en el tiempo [decir aquí algo que sería mejor para todos]. Lo siento mucho y espero que me perdones".

Compre papel higiénico por lotes. "¿Por qué no? Lo va a usar sí o sí".

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Sobre la firma

Tom C. Avendaño
Subdirector de la revista ICON. Publica en EL PAÍS desde 2010, cuando escribió, además de en el diario, en EL PAÍS SEMANAL o El Viajero, antes de formar parte del equipo fundador de ICON. Trabajó tres años en la redacción de EL PAÍS Brasil y, al volver a España, se incorporó a la sección de Cultura como responsable del área de Televisión.

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