Cavalli se quita la máscara

Descamisado, fumando un puro y tomando el sol en la cubierta de un yate. Esa es la imagen que Roberto Cavalli ha cultivado durante sus cuatro décadas de trayectoria profesional. “Os he engañado a todos. He sido un actor estupendo”, ha confesado el diseñador italiano. “El recital ha terminado y tomo el escenario para presentar a mi verdadero yo”.

Cavalli asegura haberse quitado la máscara en su biografía Just Me, que presentó la semana pasada en Milán en compañía de Matteo Renzi el alcalde showman de Florencia.

La historia de Cavalli empieza en 1944, en su casa del pueblo toscano de Cavriglia, con el terrible recuerdo de la captura de su padre Giorgio, ejecutado por soldados alemanes con su madre como testigo. Entonces tenía tres años, pero todavía recuerda las últimas palabras que pronunció su padre, pidiéndole que no tuviese miedo.

“La mayoría me imagina rodeado de modelos y con una botella de champán”, valora. En sus memorias, el diseñador quiere deshacerse de su fama de simpático vividor que viste a bellezas voluptuosas y restablecer la importancia de las otras mujeres de su vida: su madre, su hermana, su ex Silvanella y su actual esposa, Eva, con quien lleva casado 33 años. Publicado por Mondadori y por ahora a la venta solo en Italia, el libro ha costado a su autor cuatro años de “anotaciones, pies de página y noches en vela escribiendo y recuerdos en trozos de papel”.

Un trabajo con el que ha querido distanciarse, aunque fuera por unas horas, de su trabajo: “No es un libro sobre moda”, afirma el diseñador . “Trata sobre un niño de familia modesta que alcanzó el éxito gracias a su fuerza de voluntad”. Además de revelar su faceta más sensible, aprovecha sus memorias para dejar claro que no es un modisto al uso: “No hay que llamarme diseñador porque nunca he sido capaz de bosquejar una silueta. Mi talento tiene que ver con hacer que las telas y las mujeres sean especiales. Mi sueño es hacer vestidos que cambien la vida de las mujeres. Los más hermosos tienen ese poder”.

Debe su éxito a una innovadora técnica de patchwork de cuero que desarrolló a principios de la década de los setenta. Cuarenta años después, empieza a sentirse frustrado con la industria: “Ahora es más importante una buena publicidad que una bonita colección”, recoge Women's Wear Daily. “Siento mucha animadversión. Me gustaría que la moda volviera al pasado (…) Los periodistas consideran excelentes a personas que copian lo que otros han hecho antes”.

Esta temporada presenta a un Cavalli a la vez nostálgico y sin pelos en la lengua. Durante la semana de la moda de Milán menospreció públicamente la moda francesa, solo unos días después de que Tom Ford arremetiese contra el estilo de los ciudadanos de ese mismo país. “Somos italianos. La verdadera moda es nuestra”, dijo al Corriere della Sera tras el desfile de su segunda línea Just Cavalli. “Francia vive de las rentas, las mejores colecciones son diseñadas por italianos”, concluyó.