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Roman Polanski habla sobre la persecución que sufrió

El cineasta rompe su silencio en 'Vanity Fair' para confesar la pesadilla que vivió durante 32 años y contrapone su propio infierno frente al de su víctima, que estos días publica su biografía

Yolanda Monge
Roman Polanski, en el festival de Venecia.
Roman Polanski, en el festival de Venecia.CORDON

Del crimen sexual cometido por Roman Polanski contra una menor se sigue hablando y escribiendo más de 30 años después. Este final de verano coinciden en el tiempo la versión en boca del propio Polanski de cómo ha vivido la persecución ejercida por la justicia norteamericana tras su huida de EE UU en 1978, la biografía de Samantha Geimer -la hoy mujer madura que contaba 13 años cuando Polanksi consumó su violación en una velada llena de drogas y alcohol- y un nuevo documental sobre la vida y la persona que es el director polaco-francés de mano de la directora Marina Zenovich –cuyo anterior reportaje fue el que llevó a la ley de EE UU a reabrir el caso-.

En una entrevista que se publica en el número de octubre de la revista Vanity Fair, el director de la Semilla del Diablo y ganador de un Oscar por El Pianista, asegura que se sintió más perseguido después de su detención en 2009 en Suiza a petición de las autoridades estadounidenses que cuando fue condenado por el crimen cometido contra Geimer. “Todo eso no sucedió entonces”, explica el cineasta, 80 años. “Esto fue más parecido a lo que ocurrió durante el asesinato de Sharon”, relata Polanski al colaborador de Vanity Fair, James Fox, en referencia a los rumores que se vertieron sobre que el director estaba involucrado en el asesinato en 1969 de su esposa, la actriz Sharon Tate (embarazada de ocho meses), y varios amigos de la pareja a manos de la secta formada por la familia Manson.

Polanski fue detenido en 2009 en Suiza cuando se dirigía al festival de Cine de Zurich. Ironías de la vida, el director llevaba viajando con total libertad por ese país 40 años, mantenía una cuenta abierta en un banco suizo, tenía un coche registrado a su nombre en esa nación y poseía una casa en la estación de esquí de Gstaad, donde finalmente pasó siete meses de arresto domiciliario tras pasar dos en una cárcel de Suiza. Finalmente, Polanski quedaba en libertad en julio de 2012 después de que la justicia suiza rechazara la demanda de extradición norteamericana por “defectos de forma”.

Preguntado por el periodista sobre si posee el alma de un fugitivo –Polanski huyó a Francia desde EEUU en 1978 tras cumplir con la condena de 42 días de cárcel que le impuso un juez de California y cuando sospechó que éste pretendía de encerrarlo de nuevo con una sentencia de 50 años de prisión-, el cineasta responde con cierto sarcasmo asegurando que escapó del gueto de Cracovia (Polonia) y de la Polonia comunista. “He huido de la persecución”, afirma. “A lo mejor tampoco me tenía que haber ido del gueto…”, responde.

“Me he movido con libertad durante 32 años”, resalta el director, que está involucrado en su nueva película, D, un largometraje sobre el caso Dreyfuss, el escándalo por un error judicial rodeado de antisemitismo que conmocionó a finales del siglo XIX y principios del XX a la sociedad francesa. “Absolutamente, no”, responde a la idea de que ha vivido como un prófugo. En 2009, según explica Vanity Fair, los abogados de Polanski anunciaron que filmaría una nueva cinta en Alemania (país con acuerdo de extradición con EE UU); en 2001 filmó en ese país El Pianista; mantuvo casa en España durante 20 años; ha sido juez en el festival de Cine de Venecia y vivido un año trabajando en Túnez...

La detención en 1977 de Polanski fue uno de los grandes escándalos de la época que sacudió EE UU y expuso una época permisiva de Hollywood con los menores, la fama y el sexo. El director fue acusado de emborrachar y drogar a la adolescente Samantha Geimer durante una sesión de fotos en la mansión –concretamente en la bañera- del actor Jack Nicholson en Los Ángeles –mientras Nicholson pasaba unos días practicando el esquí-. En una primera instancia, Polanski fue acusado de sodomía, violación con uso de drogas y asalto a un menor, entre otros cargos. El artista solo aceptó ser culpable de haber mantenido relaciones sexuales con una menor.

“Fue una violación”, asegura Geimer, 50 años, esposa y madre, en su biografía. “Fue una violación no solo porque yo era una menor sino porque no consentí a la relación sexual”. Geimer cuenta en su libro que siempre ha tenido dudas al usar la palabra violación porque en su cabeza ese acto implica un determinado grado de violencia que ella nunca sufrió a manos del cineasta.

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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