Reflexiones de una mujer africana corriente: ¿Un futuro 'made in Africa'?
Por Akua Djanie (Ghana)
El renacimiento de África. La nueva África. África amanece... Para algunos, esa es una auténtica verdad. Indudablemente, África es el mejor sitio para vivir. Es una tierra de oportunidades. ¡Todos quieren venir a África para encontrar un pedacito de El Dorado! Ya lo ven. A diferencia de Europa, América, Asia, Australia y una gran parte del mundo “desarrollado”, en África hay muchas cosas aún por hacer. En Europa o en Estados Unidos, por ejemplo, todas las carreteras y los grandes edificios que se puedan construir ya están construidos. África, sin embargo, es un continente por explorar donde se necesitan construir carreteras, levantar enormes rascacielos, modernos edificios de oficinas, aparcamientos subterráneos. Los europeos, los americanos y los asiáticos están acostumbrados a ir a parques. Es ahora cuando en África se van a construir parques ajardinados y parques de atracciones. De hecho, si nos comparamos con el mundo “desarrollado”, podemos deducir que en África no hay de nada. No hay grandes centros comerciales donde se puedan comprar los diseños de los grandes creadores de moda. No tenemos cadenas de supermercados y tampoco hamburgueserías o restaurantes de comida rápida. Ni siquiera hay fábricas que producen productos de consumo diario.
Y sin embargo, hace cincuenta años, cuando ya habíamos conseguido la independencia, teníamos un gran potencial para hacer todo aquello. Teníamos líderes políticos como Kwame Nkrumah y Patrice Lumumba con los que el continente progresó considerablemente. Despacio pero seguros, nuestros nuevos presidentes se dedicaron a facilitar una educación de calidad a los niños que resultó beneficiosa en sus respectivos países y en la totalidad de África. Además, pusieron en marcha grandes proyectos para llevar el agua, la electricidad y construir vías de comunicación de calidad en sus países. Y lo más importante, crearon oportunidades en África para los propios africanos. En Ghana, por ejemplo, fue un ghanés quien se puso a fabricar televisiones y zapatos. Sí, es más que probable que no eran de muy buena calidad, pero es seguro que con el tiempo, la práctica y la experiencia Ghana estaría exportando hoy día televisiones funcionales.
Los últimos cincuenta años de la historia de África han sido muy tristes.
El continente bendecido con los recursos naturales más importantes del mundo ha sido incapaz de utilizarlos en beneficio de su pueblo. El continente bendecido con hombres y mujeres de gran inteligencia y fortaleza física ha sido incapaz de reeducar a su propio pueblo. Para muchos, es como si la historia de África hubiera comenzado con la esclavitud. Nos hemos olvidado de que antes de la esclavitud los africanos ya producían todo lo que necesitaban para sobrevivir. En todo el territorio africano no existía ningún sistema político que ayudara a los africanos a administrarse. Sin embargo, ya había artesanos y herreros. En África ya había arquitectos y comerciantes. Los africanos sabían cómo resolver problemas como los delitos y los asuntos familiares sin necesidad de asistir a una facultad de derecho. Los meteorólogos africanos eran capaces de predecir el tiempo simplemente gracias a sus conocimientos. En efecto, los africanos en África ya vivían por entonces en una sociedad que funcionaba perfectamente.
Pero después, llegaron años y años de colonización. Y mi corazón se entristece cada día al pensar en todo lo que aconteció después de la independencia. Los que en otro tiempo levantaron las pirámides se encontraron entonces siendo los constructores de sus antiguos amos. En lugar de avanzar, África retrocedió a pasos agigantados. Las carreteras bien construidas en la época de la independencia se han convertido ahora en vías en mal estado repletas de baches. Antes, los médicos cualificados sentían verdadera vocación por su trabajo. En la actualidad, cientos de jovencitas frustradas pierden su tiempo estudiando enfermería mientras rezan por conseguir un marido millonario. Efectivamente, la historia africana no aparenta ser tan positiva.
Bueno, eso es lo que ha ocurrido hasta ahora. Pero África renace. En la actualidad, todo parece indicar que África tiene ante sí un futuro muy brillante.
África es el nuevo lugar donde hacer dinero. En realidad, eso es básicamente lo que persigue todo el mundo. El Dorado. La tierra de la abundancia. El continente donde cualquier extranjero puede sentirse igual que un rey. Y eso me parece un problema sobre todo para quienes hablan del nuevo y brillante futuro de África. Sin duda, hay una nueva y promisoria África para quien no es africano. Existe una nueva y maravillosa África para los africanos que han emigrado. Y hay una nueva y muy próspera África para los africanos que han estudiado en África y tienen contactos con personas influyentes de la sociedad. Aunque la realidad de este asunto es que ningún africano que vive en el continente puede dirigir ninguno de los grandes sectores que están dando origen a la nueva África. ¿O sí pueden? No son los africanos que viven en África quienes consiguen un contrato para construir carreteras o trabajar en proyectos hidráulicos. No son los africanos si no los chinos quienes están invirtiendo en sectores como el gas y la energía. Y tampoco son las tribus africanas quienes están realizando prospecciones de gas y petróleo y otro tipo de negocios. La nueva África está siendo liderada por un grupo muy reducido de personas. No se puede negar que hay un gran potencial de crecimiento en cualquier ámbito de la vida africana. Desde la música a la moda. Las actividades bancarias o las ventas al por menor.
En lo que respecta a la cultura y las tradiciones, mi impresión es que África tiene un futuro muy desalentador. Las cosas sucederán de ese modo si los que sentimos pasión por nuestras costumbres no nos preocupamos por preservarlas y transmitirlas a las próximas generaciones. Parece que la globalización (o la americanización, como me gusta decir) ha conseguido que los jóvenes africanos hayan olvidado su cultura y sus tradiciones. Cualquiera que hoy día visite cualquier país africano observará que los jóvenes prefieren hablar inglés (¡con acento americano!) en vez de su propia lengua. Y qué decir si a esos mismos jóvenes se les pide que acudan a escuela de baile a aprender a bailar una danza típica africana. Dirán que prefieren bailar Salsa. Son esos mismos jóvenes los que se pasean por toda África con pantalones vaqueros caídos mostrando sus calzoncillos. Estoy convencida de que ninguno de los jóvenes de Ghana tiene ni idea de cómo se visten tradicionalmente los hombres de aquí. Echen un vistazo a las mujeres africanas. A la mayoría de ellas les avergüenza llevar su pelo natural. Todas se peinan con los mismos peinados que están de moda en Londres o en Estados Unidos. ¡Y las últimas tendencias dicen que una mujer africana tiene que parecerse a Beyoncé o a Nicki Minaj! Si alguien me preguntara, contestaría que me parece algo completamente ridículo.
Actualmente, muchas de nuestras costumbres culturales han sido olvidadas debido a la modernización. Estoy de acuerdo en que hay que prohibir algunos aspectos de la cultura africana. Como por ejemplo la ablación femenina. Sin embargo, muchos de esos aspectos consiguen en su conjunto que nuestra sociedad permanezca unida. De hecho, los niños africanos tratan como “hermano” o “hermana” a cualquier persona que aparenta ser mayor que ellos Así pues, en mi caso, a mi me llamarían “hermana Akua”. Si se dirigen a alguno de sus progenitores, entonces les llaman “tía” o “tío”. Es algo que también se aplica a las personas desconocidas. Mientras la influencia extranjera continúe transformando nuestra sociedad del modo que lo está haciendo, nuestros niños pronto llamarán a las personas mayores solamente por su nombre. Lo mismo está sucediendo con nuestros ricos atuendos, con nuestra gastronomía, nuestra música o nuestros bailes típicos. Si no tenemos cuidado, nuestra diversidad cultural se vendrá abajo. Y en Ghana, los jóvenes comerán cada día arroz frito grasiento en lugar de nuestros exquisitos y saludables estofado de plátano y sopa kontomire.
Me encuentro en Ghana mientras escribo estas reflexiones. Desde mi última estancia, he podido ver la red de carreteras que se ha construido y los numerosos edificios que se han levantado. Y a pesar de que me he sentido impresionada, también me he preocupado porque el ciudadano medio ghanés no forma parte de ese progreso. A decir verdad, la vida para un ciudadano medio ghanés es bastante dura. Además, esto es únicamente un indicio de cómo el progreso está desgraciadamente actuando. No solo en Ghana sino a lo largo y ancho de África. Lo cierto es que los ricos serán mucho más ricos y los pobres padecerán más si cabe la crueldad de la vida.
No cabe duda de que a África le espera un futuro floreciente. Pero en mi opinión, los próximos cincuenta años no serán tan prometedores para una gran mayoría de los africanos que habitan en el continente. Las grandes empresas y negocios que pueden crear riqueza están en manos de chinos, americanos y europeos. Las franquicias internacionales han sido introducidas por extranjeros. Los miembros de las tribus africanas no son los precursores del renacer de África. Y cuando en África abunden los grandes centros comerciales, ellos continuarán sentados delante de sus quioscos pero ninguno será propietario de ninguna de las tiendas que se instalen. Los propietarios serán extranjeros que tendrán socios africanos con los que probablemente compartirán algunas acciones.
Efectivamente, África parece el lugar donde unos pocos privilegiados encontrarán un pedacito del cielo. Aunque no tengan luz, podrán comprar grupos electrógenos. Aunque algunos de nosotros nos quejemos en exceso de la subida del precio de la gasolina, podrán llenar los depósitos de sus lujosos coches. Creo firmemente que la pobreza es un pecado que ofende a Dios. Y estoy convencida de que Dios no ha creado al ser humano para sufrir en la tierra. Sin embargo, la avaricia humana y la distribución desigual de la riqueza en el mundo han aumentado la brecha entre ricos y pobres. Pero lo que sinceramente pienso es que haría falta invertir en los africanos que viven en el continente si realmente queremos disfrutar del brillante futuro que le espera a África para que así ellos también puedan formar parte de la nueva África.
En fin, estas son solo algunas reflexiones de una mujer africana normal y corriente.
Traducción de Virginia Solans.
Ver texto en inglés pinchando aquí. Publicado previamente en New African Magazine
Todas las fotos de Lola Huete Machado. Kenia y Ghana.
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