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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Predicar con el ejemplo

La rebelión de Madrid sobre el reparto del déficit oculta las carencias de Hacienda

Lo más ruidoso en la polémica sobre el reparto del déficit entre las distintas Administraciones —a la carta en 2013 y lineal para 2014— es la negativa del presidente de la Comunidad de Madrid a avalar los diseños del ministro Cristóbal Montoro. Su presidente, Ignacio González, cree que el acuerdo no tiene en cuenta la actividad económica de la Comunidad de Madrid ni los ingresos que generan sus habitantes, y se resiste a los intentos del ministro de Hacienda de que recupere el Impuesto de Patrimonio para compensar los recortes que sufre en sus ingresos, el mayor de los cuales suma 1.000 millones de euros.

Dejando aparte este enfrentamiento (aparatoso por involucrar a responsables políticos del mismo partido), el asunto central que se dirimió ayer, el llamado déficit a la carta y sus presuntas discriminaciones, tiene escaso recorrido: en Europa, el mayor margen y el calendario más flexible se otorgan a países incumplidores, como España, no a Finlandia, Luxemburgo o Alemania, que no lo necesitan.

La cuestión de fondo estriba más bien en la escasa credibilidad del Gobierno central para ejercer de árbitro en un tema en el que flaquean sus propios resultados. En el primer semestre de 2013 ya ha consumido el margen del 3,8% que se había autootorgado para todo el ejercicio. Y en 2012 fue la Administración menos esforzada en la reducción del déficit.

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Tenían razones sólidas presidentes como el andaluz y el catalán en demandar un margen autónomico de hasta el 2,2%, un tercio del tope del 6,5% al que Bruselas flexibilizó el guarismo para el conjunto español. Y es que las autonomías representan un tercio del gasto público. La opción del Gobierno por acotarlo al 1,3% como media es la del juez que beneficia a su propia parte. Pero en algo sustancial la doctrina de Hacienda es sensata para endurecer siquiera ligeramente el eventual margen del 2,2%: había que exigir una continuidad en el esfuerzo, de forma que el objetivo para 2013 fuese más exigente que el realizado en el ejercicio anterior.

Ahora bien, una cosa es dar trigo y otra predicar con el ejemplo. En el elemento capital del reparto, Hacienda se ha autoatribuido —para las administraciones de las que responde directamente, la central y la Seguridad Social— más holgura (el -5,2%) que el año anterior (-5,08%). Lo que lleva a plantear la necesidad de un debate con mayor seriedad.

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