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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Círculo vicioso

El FMI denuncia que la austeridad será grave para la eurozona y dramática para España

La asamblea de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) será caliente, al menos en cuanto a la discusión de la orientación de la política económica más adecuada para la recuperación, sobre todo de la política económica europea.

Las previsiones presentadas por el organismo son preocupantes para el Viejo Continente, inquietantes para la eurozona y dramáticas para España. El FMI pronostica que el crecimiento mundial será notable este año, muy parecido al de 2012. Pero esa buena noticia esconde otra mala. A saber, la recuperación de la crisis se efectuará a tres velocidades: los países emergentes (más bien, recientemente emergidos); EE UU y Suiza; Europa y Japón.

Para algunos hay matices. EE UU reducirá algo su vitalidad por el impacto del secuestro presupuestario. Y Japón lo mejorará ligeramente, a lo que coadyuvarán las medidas expansionistas arbitradas por su banco central (compras de bonos, inundación de liquidez) con el objetivo de incrementar la inflación y escapar así de dos decenios deflacionarios.

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Pero no los hay para la Unión Europea y su núcleo duro, la eurozona. En realidad, el Fondo viene a otorgar más solemnidad a los avisos lanzados en los últimos meses. Muy particularmente desde que en su reunión de octubre en Tokio puso cifras a la música ya ensayada por sus nuevos ideólogos: el estudio publicado entonces reveló que el impacto de la austeridad impuesta por la ortodoxia a rajatabla —recortes de gastos, aumentos de impuestos— es muy superior a lo que se venía creyendo; hasta casi dos veces de decrecimiento por cada unidad de restricción, en vez de media vez.

La política de rigor extremo aplicada desde hace tres años a los países periféricos de la eurozona —sin compensación de estímulos selectivos a la demanda— va perfilando a esta cada vez más como una agrupación de acreedores y deudores sin flexibilidad para arbitrar entre las necesidades de ambos grupos. Y en perjuicio sobre todo de los más vulnerables, pero también de los hasta ahora más resistentes como Alemania y, atención, Holanda.

En el caso español, las perspectivas del FMI no solo son oscuras, son dramáticas, al empeorar todas las previsiones sobre PIB, paro, deuda y déficit. El riesgo es claro: que los sacrificios realizados por la sociedad española acaben siendo inútiles y queden dilapidados. Hace ya tiempo está detectado el círculo vicioso por el cual el rigor sin paliativos en tiempos de recesión solo provoca el empeoramiento de esta, que revierte a su vez en la exigencia de medidas restrictivas adicionales.

La ruptura de este nudo gordiano debe operarse principalmente a nivel de toda la UE. Pero el Gobierno no debe escudarse en ello para seguir retrasando aquellas reformas que, como la creación de la anunciada autoridad fiscal independiente o el lanzamiento de un programa de políticas activas de empleo, también le exige Bruselas y no responden a un planteamiento restrictivo.

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