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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Hollande debe actuar ya

El presidente francés, que prometió moralidad pública, tiene que hacer una limpieza urgente en sus filas

El patrimonio de los ministros franceses se conocerá con detalle en una semana. El Gobierno socialista legislará urgentemente para obligar a los parlamentarios a declarar sus bienes y agravar las penas por fraude. En su borrador figura la inhabilitación a perpetuidad de los cargos electos convictos de corrupción o fraude. El asaeteado presidente François Hollande pretende con estas medidas retomar la iniciativa política y mitigar daños por el grave escándalo de evasión fiscal protagonizado por uno de sus ministros, que ha admitido una cuenta oculta en Suiza durante 20 años. Para mayor escarnio, Jérôme Cahuzac, extitular del Presupuesto y estrella ascendente del socialismo, oficiaba como inclemente azote de defraudadores.

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Hollande llegó a la jefatura del Estado prometiendo moralidad e integridad públicas a toda prueba, a diferencia de su predecesor Sarkozy. Su popularidad cae ahora con fuerza y rapidez insólitas, básicamente porque sus compatriotas le están pasando factura por el incumplimiento de las promesas económicas electorales, en especial la reducción de un desempleo que roza ya el 11%. El caso Cahuzac —al que el presidente no prestó atención pese a reiteradas alegaciones periodísticas— y las contradicciones de su Gobierno debilitan más su liderazgo e hipotecan la ejecución de unas reformas que siguen sin hacerse, pese a que Francia coquetea de nuevo con la recesión y su déficit este año superará claramente el límite acordado por la eurozona.

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La crisis parece haber hecho mella en la proverbial indulgencia francesa con los desmanes de sus políticos, como lo muestran las dificultades actuales de Sarkozy con la justicia o la excepcionalidad de la condena del expresidente Chirac en 2011. Hollande hará bien en actuar rápida y contundentemente en pro de una Administración inmaculada. Debe hacerlo si no quiere ver su incipiente presidencia anegada irremisiblemente por la marea.

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