La generación más preparada
Un examen para aspirantes a maestros cuestiona el mito de una juventud supercualificada
Estamos acostumbrados a las antologías de los disparates cometidos por estudiantes y hasta nos divierten, en vez de horrorizarnos. Pero los esquemas se trastocan al descubrir que un buen número de aspirantes a profesores cometen errores graves respecto a contenidos del currículo de educación primaria, como lo muestran los resultados de una prueba efectuada a 14.110 aspirantes a maestro en la Comunidad de Madrid. Si la gran mayoría de ellos ignora cuál es el equivalente en gramos a dos kilogramos y 30 gramos, la consejera de Educación, Lucía Figar, no es la única persona con motivos sobrados para estremecerse. Si suponen que el Ebro pasa por Madrid o menos de un tercio marcó bien los límites de las comunidades autónomas y sus nombres sobre un mapa, para qué adentrarse en el proceloso mar de las faltas de ortografía.
La Comunidad madrileña relaciona la desastrosa preparación de muchos aspirantes con su estrategia de primar la nota del examen por encima de la experiencia y del tiempo de servicio, a la hora de contratar profesores. Pero el gran valor de su iniciativa es el de desvelar el espantoso estado en que parece encontrarse la educación, y no solo en Madrid, dado que las pruebas estaban abiertas a participantes de toda España.
Así pues, ¿se hunde el mito de la “generación más preparada” de nuestra historia? Como mínimo, ese lugar común queda malparado y cuestiona la extendida idea de que los jóvenes se ven abocados al paro, la precariedad o la emigración a otras latitudes por falta de oportunidades profesionales, pese a la sobrada preparación general.
Conviene que los árboles dejen ver el bosque. La cualificación alcanzada por una parte de nuestra juventud, las titulaciones que reúne o su competencia en idiomas es indiscutiblemente mayor que la de generaciones precedentes. Pero esa parte no es representativa del paro juvenil en su conjunto, ni del estado de preparación de toda una generación. Es grave que los más cualificados tropiecen con dificultades tras los estudios, pero aún es peor el fallo de base revelado por los datos madrileños.
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