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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Favores y lealtades

No existe un ‘gerente del bien común’ que ayude a combatir las irregularidades y corruptelas económicas

Joaquín Estefanía

En España hay lugares, sectores económicos y políticos, y comportamientos personales “donde no existen derechos, sino favores, y donde tampoco existen deberes, sino lealtades”. Esta reflexión forma parte del extraordinario libro Las cloacas de la economía (editorial Catarata), del catedrático de Economía Aplicada Roberto Velasco, sobre el lado oscuro de la economía, y cobra su oportunidad en algunas de las vicisitudes emergidas en los últimos días.

A saber: el informe de la OCDE (convendría que no se traspapelase) que se manifiesta seriamente preocupado porque en España ninguna de las investigaciones por sobornos en el extranjero haya prosperado; los inspectores del organismo multilateral indican que la amnistía fiscal del Gobierno de Rajoy —ese extraordinario fiasco— ha podido dificultar la detección de esos sobornos, lo que supondría un efecto colateral negativo más. Segundo, el caso Pallerols, donde se funde la financiación ilegal de un partido con dinero público destinado a los parados. Y en tercer lugar —last but not least—, las pasarelas entre el poder político y el poder económico en casos de privatizaciones, con los nombres propios de Rodrigo Rato y José Luis Güemes.

La imagen repulsiva de desagües y sumideros vinculados al mundo de la política y de la economía aparece cada vez con más frecuencia en los sondeos de opinión, afectando a la calidad de la democracia. Los casos de corrupción económica (personal, política e institucional), la ausencia de incompatibilidades morales, la información asimétrica, el abuso de los procedimientos privilegiados... están en el libro de Velasco, tratados de manera exhaustiva: corrupción, fraude fiscal, economía sumergida, blanqueo de capitales, insider trading, financiación del terrorismo, prostitución, escándalos financieros, incrementos injustificados de la desigualdad de emolumentos y de patrimonios, etcétera, son casos de distinta naturaleza, pero que forman parte del lado oscuro de la economía, cada vez más amplio.

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Velasco defiende que las reformas estructurales que necesita la economía española no pueden afectar solo a los ingresos y los gastos públicos, a los mercados de factores, al nivel de endeudamiento (público y privado), a la solvencia del sistema financiero... Todo ello es necesario, pero un patrón de crecimiento vigoroso y sostenible no puede identificarse con instituciones débiles ni con comportamientos sociales opacos (aunque sean legales), alérgicos a la luz, la transparencia y la rendición de cuentas.

No es la lectura de Las cloacas de la economía lo desasosegante. Lo es la realidad que se multiplica mientras se estudian sus datos y sus análisis, que, por cierto, no hacen de España un caso especial en el mundo desarrollado, aunque crece la dimensión de lo anormal. Porque ante las corruptelas en sus distintas modalidades no existe “un gerente del bien común” que desarrolle a escala universal el papel de las instituciones nacionales.

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