Los hombres del año
Como con Letizia, poner a Artur Mas en la portada vende periódicos. En la sociedad catalana hay un nuevo pasatiempo que es saber quién ayudó a CiU un poquito y quién la ayudó un muchote
Cada fin de año llega con la ilusión de enumerar las cosas importantes, sus nombres más representativos. Por eso me gustaría hacer una columna dedicada a mis hombres del año. Me gustaría empezar por mi compañera de página, mi querida Portera de Día, porque no he tenido la educación de hacerlo durante el año y porque ella, Luz Sánchez-Mellado, parece haber escogido a Melendi como su hombre del año. Tenemos nuevo sex symbol para las españolas, que abandonan alegremente el metrosexual y redescubren el varón de mirada dulce, pero de pelo y carácter de alto riesgo.
Es verdad que Díaz Ferrán, que tampoco es metrosexual, no llega a ser un ejemplo positivo como hombre del año, y no solo por esconder el lingote de oro en su casa, pero es que la cosecha de imputados de 2012 ha sido no buena, sino excelente. Por ejemplo, Gao Ping, todo un arroz tres delicias del presunto blanqueo de altos vuelos. Los ricos de verdad son distintos de nosotros, caminan más lento, decía Andy Warhol, cuando en realidad van más rápido, llegan antes. Aun así, era inimaginable que entre nosotros conviviera un gestor de dinero que jugaba con destreza al pimpón, entre China y España, del blanqueo y del negocio del arte. Gao Ping llegó a la prisión en furgoneta, pero salió pronto (por un error judicial en su detención) en una berlina que parecía dragón dorado bajo los flases. Como hombre del año, Gao Ping podría acompañarse de esa rimbombante lista de empresarios y aristócratas de apellidos separados por un guion y de la gran señora madrileña Cuqui Fierro, que debería ofrecerle una fiesta a saco roto cuando sea felizmente declarado inocente.
Otro candidato a hombre del año es ese cazador que acompañaba al Rey en la ya lejana foto con el elefante. Así como no se entiende que en el despacho de nuestro Rey no se vea un ordenador, sí se comprende por qué no estaba esta foto entre las que decoraban su informal alocución navideña. La foto fue publicada en muchos periódicos alrededor del mundo, generando publicidad para la Corona, y aunque la mayoría reparamos en el Monarca delante del elefante abatido, lo que de verdad cautivaba era ese hombrecito acompañante, Jeff Ran, con un short tan corto y acampanado que daba la sensación de que pudiera tratarse más bien de una experta cazadora. Se generó un debate sobre si ese look, muy común entre las jóvenes pijas de los años noventa, era habitual entre los cazadores de alta gama. No hubo consenso, pero hay que reconocerle al cazador de melena rubia su habilidad para hacerse un sitio en la inmortalidad y poner la bermuda evasé en su justo lugar, al lado de la Corona.
Es verdad que Díaz Ferrán no es ni metrosexual, ni ejemplo positivo como hombre del año, pero la cosecha de imputados de 2012 no ha sido buena, sino excelente
Artur Mas es hombre del año, por intentar separar las aguas como Moisés frente al mar Rojo de Esquerra Republicana. Y no tanto por sus elecciones ganadas y gafadas al mismo tiempo, sino con esta nueva vertiente que va tomando la investigación sobre sus cuentas suizas. Poner a Mas en la portada vende periódicos. Como le sucede a las revistas con Letizia. Entre acusaciones y desmentidos, en la sociedad catalana hay un nuevo pasatiempo que es saber quién ayudó a CiU un poquito y quién la ayudó un muchote. Quién estuvo más tentado por el vellocino de oro antes que por la grave voz de la independencia. Pasó de todo en su investidura: el retrato del Rey cubierto por una tela negra, como en el bautizo del hijo de Mia Farrow en La semilla del diablo. El ministro Montoro, con gafas verdes, el color del año 2013, y la dirigente popular Alicia Sánchez-Camacho, en coral.
En todo año nuevo hay propósitos y anhelábamos escribir menos sobre la Reina y los suyos, pero va ella acompañada de su peluquero, su hermana Irene y seis escoltas, tres españoles y tres ingleses, a disfrutar de una jornada en Selfridges y ya estamos en la obligación de diferenciar Selfridges de Harrods y de El Corte Inglés. Selfridges es un gran almacén para los que de verdad conocen Londres. Harrods, para las economías emergentes. Y en El Corte Inglés, si no quedas satisfecho, te devuelven el dinero. La Reina se decantó por Selfridges porque pasa mucho tiempo en Londres y ya la tratan familiarmente como una reina. Se dice que es para encontrar anonimato, aunque una señora superbién peinada rodeada de escoltas y hermana no pasa desapercibida para un buen vendedor en ninguna tienda. Se puede comentar cómo aprovechó las atenciones de la embajada en un viaje privado, pero no se puede negar que la Reina promocionó la marca España a su manera, a través de su visa, y alegró un poco más las Navidades familiares. Encima se le vio más animada en Londres. Como si su peluquero refrescara ideas mientras pasea por el Soho.
Cerremos lista con Julián Muñoz, que ha conseguido esa curiosa pirueta de reunirse con su exesposa y su examante en un bizarro triángulo amoroso frente al juez. Cierran el año como presuntos expertos en romance y contabilidad propia del narcotráfico, sentados en fila, sin hablarse salvo con algún extraño código gutural de ultrasonido que desde el fondo debe decir: “No pasa nada, la justicia para todos es lenta, pero al final sales libre. Y más sabio”.
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