Homenaje a Las Constituyentes, ocasión perdida
Sin pena ni gloria pasó el homenaje a las diputadas de la legislatura constituyente. La única explicación de la falta de convicción con que el partido del Gobierno liquidó los actos, el secretismo y falta de inclusión con que se organizaron, debe ser alguna clase de miedo: miedo a que la sociedad civil se cuele en el homenaje y denuncie el retroceso evidente de la igualdad que estamos viviendo. La misma clase de temor que lleva al Gobierno a borrar la expresión “violencia de género” de sus documentos o a imponer crecientes dificultades a las mujeres para decidir sobre su embarazo.
El resultado fue un programa cerrado y excluyente que rebaja al mínimo la representación política e institucional, reduciendo el acto del Congreso a poco más que una reunión de mujeres políticas, sin dimensión pedagógica ni afirmación igualitaria. Tampoco el acto del Instituto de la Mujer para la sociedad civil contó con presencia del feminismo organizado, ni gente de la cultura. Ni rastro del mundo real de recortes sociales que acaban teniendo efectos de género, ni rastro del retroceso inducido de los derechos.
Ocasión perdida, pues, para reivindicar el papel de las mujeres en nuestra democracia y vincularlo con las tareas ingentes de la lucha por la igualdad.
Solo salvamos de este juicio la película que dio pie al homenaje. Las Constituyentes es un documental inteligente, bello y emocionante, que restaura el valioso papel liberador y civilizatorio de aquellas mujeres de la primera legislatura de nuestra democracia. Película, además, oportuna en un momento de peligro para algunas de aquellas conquistas de la igualdad (la de género y también la otra). Valga esta queja familiar por el memorial que no fue, como nuestro particular homenaje a su creadora, Oliva Acosta.— Cita, Pedro, Pepe, María, Pablo y Elena Reig Cruañes. Hijos de la diputada socialista Asunción Cruañes.
