Detener la escalada
Es urgente que se pare la nueva explosión de violencia entre Israel y Hamás
Lo último que necesitaba Oriente Próximo era un nuevo enfrentamiento violento entre Hamás e Israel. El conflicto se inició la semana pasada con el lanzamiento de un centenar de cohetes desde la franja hacia el sur de Israel y el bombardeo consiguiente del Ejército israelí de una decena de posiciones en Gaza. La escalada, que tuvo su punto culminante el miércoles, cuando un proyectil de la Fuerza Aérea de Israel acabó con la vida del jefe militar del grupo islamista en Gaza, Ahmed Yabari, es sumamente peligrosa, pues se produce al tiempo de otras crisis: la guerra civil de dimensiones regionales en Siria, donde El Asad puede aprovechar la distracción para dar un giro más a la represión, y el abierto cuestionamiento del régimen en Jordania.
La situación es distinta a lo que ocurrió hace cuatro años, la operación israelí Plomo Fundido contra Hamás y otros grupos en Gaza. Aquella intervención no acabó con los cohetes en manos de los grupos armados; estos se han hecho con nuevos proyectiles y han estado castigando a Israel durante los últimos meses. Ahora han llegado a alcanzar las cercanías de Tel Aviv y de Jerusalén, cruzando así una raya roja. No cabe olvidar tampoco que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, tiene elecciones anticipadas a principios del año próximo, y está la tensión pendiente de un ataque sobre Irán.
En estos cuatro años han cambiado muchos parámetros geopolíticos. Hamás ya no puede contar con el tradicional apoyo de un Irán que ha perdido peso, de un régimen sirio en crisis o de un Hezbolá libanés que tiene sus propios problemas. Pero, tras las primaveras árabes, tiene a su lado a Egipto gobernado por los Hermanos Musulmanes, Turquía o Catar. De hecho, ayer tuvo lugar la primera visita, corta pero significativa, a Gaza del primer ministro egipcio, Hesham Kandil. Hoy, Hamás tiene mayores bazas diplomáticas.
En unas semanas la ONU tendrá que pronunciarse sobre la demanda de que Palestina sea reconocida como Estado observador. Lo que está ocurriendo demuestra que el conflicto entre israelíes y palestinos sigue vivo.
Es urgente que se detenga esta escalada. La movilización de varios millares de reservistas israelíes presagia la posibilidad de un ataque por tierra, y no solo desde el mar o desde el aire. EE UU, que todavía conserva capacidad de influencia sobre Israel, y Egipto, que lo intenta, deben imponerse y parar el enfrentamiento.
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