Santos sí, pero poco inocentes
Si Jesús quisiera hoy expulsar del templo a los mercaderes, debería contar con las fuerzas de El Asad
Uno. Los nuevos redentores. El recibimiento dispensado a los jefes de Estado, en una puja de honores digna del clásico Real-Barça con el que se acogió la visita a Madrid y Barcelona del mecenas estadounidense Sheldon Adelson, muestra a las claras las encomiables prioridades en materias educativas y culturales de las Comunidades matritense y catalana. El gran filántropo, famoso por su amor desinteresado al saber, las artes y las ciencias, como prueban sus fundaciones modelo de la Universidad del Futuro de Las Vegas y del Centro de Promoción de Valores Cívicos y Morales de Macao, se comprometió a fomentar dichos nobles principios en nuestra desdichada península. Si el fiel de la balanza se inclinó finalmente a favor del centro y no de la periferia, lo fue por la natural empatía de Adelson con el firme empeño del actual partido gobernante en resolver la problemática social de la crisis y su enérgica actuación contra los desahucios hipotecarios que azuzan el griterío inútil de los indignados.
Dos. Teotecnología. Según un selecto grupo de expertos de Silicon Valley, los prodigiosos avances en el campo de las tecnologías de punta sostiene con nuevos fundamentos la existencia de un Dios único. Si basta pulsar un botón y acariciar la pantallita del último modelo de iPhone para obtener toda la información requerida en el ámbito de las ciencias y de la historia, cabe imaginar un Supermodelo total, omnisciente, capaz de abarcar de modo sincrónico el conjunto de la vida de trillones y trillones de seres, incluidos sus pensamientos y deseos más íntimos. Dicho Supermodelo respondería cabalmente a la pregunta formulada por los escépticos de cómo el Creador en el Día del Juicio Final podría evocar simultáneamente los pecados y faltas de la infinita galaxia de seres venidos al mundo desde que Adán y Evan fueron expulsados del paraíso.
Informadas de las pruebas que avalan su hasta hoy discutida doctrina, las autoridades religiosas de las diversas creencias monoteístas han despachado delegaciones de teólogos al célebre valle californiano a fin de documentarse al respecto y fortalecer sus argumentos teocientíficos frente a la masa de descreídos que se agita en las sociedades en donde aún reina el oxidado, pero tenaz relativismo moral.
Tres. Leído en la prensa. “La falta de liquidez, la crisis económica y la paralización de su proyecto estrella han puesto contra las cuerdas a los promotores de El Reino de Don Quijote, el gran plan inmobiliario y de ocio de La Mancha para el que se habían anunciado inversiones de 6.500 millones de euros en quince años. La junta de la sociedad aprobó solicitar el concurso de acreedores, esto es, la suspensión de pagos”.
La crisis económica ha paralizado el Reino de Don Quijote, el gran plan inmobiliario y de ocio de La Mancha
“En declaraciones a Efe, el presidente de aquella admitió que la compañía sufre una ‘falta de liquidez total’ y vive ‘una situación muy complicada’, pero añadió que se solicitaba el concurso de acreedores, ‘no con el ánimo de abandonar el proyecto, sino de revitalizarlo y sacarlo adelante”.
No se conoce en cambio la opinión sobre el asunto de Miguel de Cervantes.
Cuatro. Café, copa y puro. El celo ejemplar de las sociedades de beneficencia y fundaciones caritativas —no por los poco mediáticos desahuciados en virtud de una ley vieja de más de un siglo que ningún Gobierno de nuestra admirada democracia ha incurrido en el desatino de revocar, sino respecto a las infelices criaturitas de África y de otros lugares del planeta dejados de la mano de Dios—, tiene un precedente histórico en unos párrafos cuyo contenido ofrezco a la atención del lector:
“Proyectada la constitución de una sociedad benéfica para los pobres y entregadas ya importantes sumas recolectadas con dicho fin, inmediatamente, y para festejar una acción tan digna de alabanza, ofrecemos un banquete a los primeros dignatarios de la ciudad, en el que se invierten, como es natural, la mitad de las sumas recaudadas. Con el resto se alquila sin demora un local espléndido para el comité, después de lo cual no restan para los pobres sino las migajas...”.
¿Adivinan la autoría del texto?
La identidad de los titulares de las cuentas del Instituto de Obras Religiosas no será divulgado
No es otra que la de Gógol, fechada en 1842, lo que muestra la raigambre del afán filantrópico de las clases pudientes al hilo del tiempo. Las “almas muertas” del fenecido feudalismo zarista son hoy los ERE y sin papeles de los bondadosos promotores inmobiliarios y los benévolos accionistas de fondos de riesgo que aparecen retratados en los medios de comunicación junto a los desvalidos tercermundistas con la misma cariñosa solicitud que la añorada Madre Teresa de Calcuta. Sin duda alguna los Gobiernos a su servicio premiarán dicho humanismo con una cruz o laureada condignas a sus méritos.
Cinco. Dogma de fe. La identidad de los titulares de las 33.404 cuentas corrientes del Instituto de Obras Religiosas cuyos fondos ascienden a cinco mil millones de euros no será divulgada tal y como pretendían diversas ONG en nombre de la transparencia financiera. Dicha titularidad, opinan los teólogos consultados, es un divino misterio, como el de la Redención o el de la Ascensión de la Virgen al cielo.
Seis. Jabalíes laicos. La noticia de que el plato fuerte del plan “la nueva evangelización de la Palabra de Dios”, destinado a rescatar la fe perdida por la atribulada juventud española, sería la renuncia a los privilegios fiscales otorgados a la Iglesia por el Concordato y al pago de los impuestos correspondientes a su ingente patrimonio inmobiliario fue rotundamente desmentida por un portavoz de la Conferencia Episcopal de Rouco Varela: “una cosa son los bienes espirituales y otra los materiales. ¡No confundamos capachos con berzas!”.
Siete. “Un mercado do se vende lo que nunca tuvo precio” (Bartolomé Torres Naharro, 1476-1531). Si Jesús quisiera arrojar hoy a los mercaderes del templo, debería recurrir al apoyo de la Cuarta División Acorazada de Bashar El Asad.
Juan Goytisolo es escritor.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.