Felipe de Bélgica tiene un conde
Un libro revela que la frustración del príncipe heredero se debe a una relación imposible con otro hombre y que Matilde su matrimonio fue forzado
La familia real belga no gana para disgustos. En el Palacio de Laeken, residencia oficial de los Reyes, no cesan los movimientos para blindar a sus miembros frente a los ataques de la prensa, más proclive a indagar sobre la intensa vida del príncipe Lorenzo, que las de sus hermanos.
El último sobresalto lo ha dado ayer la publicación del libro Cuestiones Reales, del periodista Fréderic Deborsu. En él, el autor asegura que el príncipe Felipe, hijo del rey Alberto y la reina Paola, es “l´enfant triste” [niño triste] de la realeza. La frustración del heredero al trono se debe, en palabras del autor, “a su matrimonio forzado con la princesa Matilde”, con la que ha tenido cuatro hijos.
Las fuentes que maneja el autor confirman que Felipe mantuvo durante años una “relación muy intensa” con el conde Thomas de Marchant, a la que se oponía el rey Alberto, que amenazó presuntamente a su hijo con impedirle heredar el trono si no ponía fin a sus contactos con el aristócrata. Llegó a tal punto el enfado del Rey que De Marchant no fue invitado a la boda de Felipe y Matilde, por exigencia del Monarca. También la princesa de los belgas sufrió presión paterna para contraer matrimonio: “Era una oportunidad de dar prestigio y reconocimiento a la familia”, afirma Deborsu.
Según gente cercana al príncipe, el carácter del conde y el de Felipe eran muy distintos. Deborsu define al heredero de Alberto como un hombre “inseguro e introvertido”. Su incapacidad para relacionarse con las mujeres hizo que no se le atribuyese ningún romance oficial hasta su tardía relación con Matilde, a la que conoció en 1996 y con la que contrajo matrimonio en 1999. De Marchant por su parte, es descrito como un hombre “muy carismático y de gran oratoria”. Desde el círculo de confianza de la familia se reconoció que ambos viajaban juntos en vacaciones y que el príncipe sentía cierta dependencia respecto a su “amigo especial”. Desde palacio han calificado de “injurias” las informaciones vertidas en la prensa belga estos días y aseguraron que tomarán medidas una vez que el libro, a la venta desde ayer, sea analizado.
Pese a la importancia que ha dado la prensa a este presunto romance, que Deborsu a penas sostiene con evidencias firmes en su libro, lo cierto es que Cuestiones Reales aporta algo más que la mera anécdota romántica. A lo largo de sus capítulos, el libro muestra un marco familiar descompuesto. La vida que ha llevado Felipe, sin amigos, sin motivaciones y sin la atención de sus padres recuerda en ciertos aspectos a la que llevó su hermano Lorenzo. La diferencia, según refleja Deborsu en sus páginas, es la manera en que cada uno ha canalizado sus frustraciones.
La cuestión sobre la sucesión al trono parece clara por el momento. Si Felipe continúa haciendo una vida familiar tradicional como la que le exige su padre, no habrá problemas para que acceda al trono. De hecho, ya se baraja con la posible abdicación del rey Alberto el próximo año, cuando se inicien las reformas estatales en Bélgica. Desde palacio confirman que están estudiando algunas fechas pero que “nada es definitivo cuando se trata de la familia Real”. De esta forma, tratarían de imprimir nuevos aires a una monarquía muy desgastada en los últimos años por los escándalos que han acumulado algunos de sus miembros. Cuestiones Reales se suma así a la lista de obras que en los últimos tiempos han tratado de profundizar en la historia y los secretos de una familia marcada por la división de sus miembros. La última obra que puso en evidencia la falta de sintonía entre los reyes y sus hijos fue la biografía no autorizada sobre el príncipe Lorenzo, obra del periodista Mario Danneels.
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