Un plan dudoso

Una vez descontada la retórica habitual en los discursos del presidente del Gobierno sobre la crisis, su intervención ayer para defender siete meses de gestión económica deja tres mensajes claros, dos de ellos estrechamente relacionados entre sí. El primero es que España considera ya como una opción la ayuda del fondo europeo de rescate, aunque antes de tomar una decisión Mariano Rajoy quiere que Bruselas y el propio BCE definan cuáles son las condiciones y las medidas no convencionales que aplicarán en los casos de España e Italia. El segundo mensaje es que su Gobierno no recortará las pensiones por el momento, aunque a nadie se le escapa que una de las probables condiciones que impondría el Fondo de Estabilidad a cambio de la intervención del BCE sería precisamente esa. El tercer mensaje descarta un cambio de Gobierno, aunque el desgaste del equipo económico (rescate bancario primero y posible petición de ayuda al citado fondo) sea más que evidente.

El discurso del presidente suscita dudas en la ciudadanía debido a los antecedentes de incumplimiento de otras promesas anteriores. Por citar las dos más recientes, su Gobierno negó sistemáticamente una subida del IVA y aseguró en repetidas ocasiones que la economía española no necesitaría “un segundo rescate”. Pero es que las condiciones que imponga la troika a España en ese rescate suave dependerán del grado de credibilidad de los ajustes presupuestarios entre 2012 y 2014 para conseguir bajar el déficit estructural hasta el 2,8% del PIB. Y, por lo que se aprecia en el plan presupuestario bienal presentado ayer por el Gobierno a Bruselas para cubrir dicho objetivo, las dudas persisten.

El plan, que propone un ajuste de 102.000 millones entre este año y 2014, sufre de inconsistencias que Bruselas puede acabar castigando con más controles directos sobre la política económica. Resulta discutible proyectar un crecimiento económico del 1,2% en 2014 después de un ejercicio de contracción del PIB del 0,6% en 2013. Porque con el supuesto ajuste de 38.000 millones en 2013 y de más de 50.000 millones en 2014, las previsiones de demanda, crecimiento y déficit son difíciles de creer. El año próximo la contracción del PIB será mayor y el supuesto crecimiento de 2014 es un ejercicio de voluntarismo. Cualquier análisis detallado debe tener en cuenta que el posible efecto recaudatorio de la subida del IVA queda esterilizado por la caída del consumo y de la actividad económica. Da la sensación de que el Gobierno opera a veces con las cuentas públicas como si no hubiera relación entre ellas y el resultado son proyecciones inservibles.

También suscita dudas la pretensión de un ajuste de 50.000 millones en 2014. Puede que el Gobierno pretenda subir más los impuestos o aplicar nuevos recortes drásticos en los salarios de los funcionarios o en las pensiones, pero nada de eso se dice en lo conocido ayer de dicho plan bienal. Asegura también el Gobierno en la referencia del Consejo de Ministros que impondrá nuevos recortes en Sanidad y Educación por importe de 15.000 millones de euros. Pero la cuantía de esos recortes estaba calculada inicialmente en 10.000 millones. ¿Cómo se han convertido en 15.000? Por no mentar el hecho de que algunas autonomías (Andalucía) están enfrentadas al Gobierno, otras siguen su propio ritmo de ajuste del déficit (Cataluña) y, hasta ahora, en opinión de los inversores extranjeros, el Ejecutivo tiene dificultades para articular una respuesta autonómica común.

El Gobierno de Rajoy no ha explicado bien los ajustes, en parte porque buena parte de ellos son de difícil aplicación y en parte porque otros no causan los efectos económicos que Guindos y Montoro anuncian. El plan bienal presentado ayer tampoco explica el ajuste pendiente.