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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Las 'hazañas' del Duce

Más que la nostalgia extremista, la crisis atiza el desprestigio de la política

MARCOS BALFAGÓN

Banderas con aguiluchos, camisas negras, gritos enfervorizados, brazos en alto. Cada vez que estos elementos se juntan en público parecen más cerca de cumplirse los vaticinios sobre la instalación en Europa de un clima político y social similar al de los años treinta del siglo pasado, aquellos en que nazis y fascistas se hicieron con el poder en sus países y llevaron al continente a la II Guerra Mundial, tras el ensayo general de la Guerra Civil en España. Pero aún no se observan indicios de algo comparable, por más que la extrema derecha actual no deje de predicar el antieuropeísmo y las políticas contra la inmigración, como en Holanda, Austria, Finlandia o Francia, sin excluir ciertos actos violentos, al estilo de los registrados en Grecia.

Los grupos de nostálgicos recurren de vez en cuando a la parafernalia propia del extremismo. Acaban de hacerlo un par de cientos de fascistas ante la tumba de Benito Mussolini en su pueblo natal, Predappio, para celebrar el día en que el Duce vio la luz por vez primera. “Soy fascista y orgulloso de serlo”, proclamó en esa reunión un nieto del ex primer ministro y dictador de Italia. Años atrás, a este mismo personaje se le ocurrió pedir la exhumación del cadáver de su abuelo —en contra de la opinión de otra parte de su familia—, porque no le parecía suficientemente aclarada la versión de su fusilamiento en 1945 junto a su amante, la actriz Claretta Petacci.

Nunca conviene perder de vista a los camisas negras, pardas o azules, en cualquier caso. Pero más que el extremismo nostálgico, conviene preocuparse del auge de la descalificación de la política y de los políticos en general, un fenómeno moderno que crece a velocidad considerable, a medida que los ciudadanos se ven atrapados por las crisis en la Europa del presente.

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Tenemos muchos indicios de la extensión de ese sentimiento entre millones de europeos. Este es el fenómeno que más contribuye a fragilizar a las corrientes centrales de la política democrática en la época actual. Mucho más que los puñados de extremistas reunidos en torno a la cripta donde yacen los restos de su ídolo, convocados por el recuerdo de sus hazañas.

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