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3.500 Millones
Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

No más caña para los biocombustibles de Shell en tierras guaraníes

Por Raquel García, Survival International

Lula, Dilma, Rio + 20, Rio 2016, Pelé, la Bundchen, la samba, la Amazonia, su ascenso imparable de “potencia emergente” (para los entendidos, la letra inicial del simpático acrónimo BRIC) a “potencia mundial”. Todo eso, y mucho más, es Brasil. Todo eso, y los 800.000 indígenas del país. Un mero 0,4% de su población total, que sin embargo compone la inmensa mayoría de su diversidad humana.

De los aproximadamente 230 pueblos en los que se integran, solo algunos suman más de unos cientos de individuos. El pueblo guaraní es la excepción: son 46.000 personas. Pero ni siquiera la fuerza de su número ha impedido que se hayan convertido en el blanco de ganaderos y terratenientes que invaden sus tierras y no dudan en quitárselos de en medio cuando hace falta. Cincuenta y seis guaraníes fueron asesinados en 2011, y los ataques violentos son una constante en sus vidas.

Y sin embargo, el Estado brasileño y las empresas, nacionales y multinacionales, que allí operan son cada vez más conscientes de que las cosas ya no son como antes. Que ya no pueden entrar en un territorio indígena à la Atila, rey de los Hunos, sin que nadie mueva un dedo para impedirlo o, al menos, denunciarlo. Que los ojos del mundo, o al menos del mundo consciente, están fijos en ellos. Que acciones que antes quedaban impunes ahora son examinadas con lupa, aunque la corrupción imperante en sectores importantes del sistema judicial brasileño permita que muchas de ellas sigan quedando indemnes.

Y así, por primera vez en mucho tiempo, los guaraníes tienen algo que celebrar. Después de meses de incesante presión por parte de Survival y de los propios indígenas, de llamar a todas las puertas, de reuniones, cartas y más cartas (¿he mencionado cartas?), una gran multinacional energética, Shell, nada más y nada menos, ha decidido no seguir produciendo caña de azúcar destinada a su floreciente negocio de biocombustibles en tierra guaraní. Además, la filial de Shell va a evitar cualquier inversión o expansión en zonas de conflicto que pudieran ser reconocidas como indígenas en el futuro. Valdelice Veron, una mujer guaraní de una de las comunidades afectadas por la actividad de la empresa, ha celebrado la noticia: “Podremos beber agua de nuestra tierra de nuevo. Podremos empezar de cero”.

Empezar de cero. Precisamente lo que deberían hacer tantas otras empresas que, ante la pasividad de las autoridades cómplices, vulneran los derechos indígenas en Brasil. El Gobierno de Dilma tiene todas las armas, jurídicas y económicas (eso de ser potencia tiene sus cosillas, entre otras, no poder seguir escudándose en la falta de recursos para no intervenir allí donde es necesario), para hacer cumplir la ley. Los indígenas awás de Maranhao, de los que ya hemos hablado aquí, están esperando a que el ministro de Justicia se decida a enviar a la policía federal para que expulse a los madereros, ganaderos y colonos que están acabando con su selva y amenazando su supervivencia. ¿Qué mejor ocasión que Rio + 20 para anunciar las medidas que pueden garantizar el futuro de un pueblo que lo sabe prácticamente todo sobre desarrollo sostenible?

Comentarios

Una cosa buena para el pueblo guaraní, para Brasil, para el mundo. Esperanzadora noticia.
Brasil es, paradójicamente, una potencia, porque mira para otro lado de cara a mejorar la productividad a costa de su ecosistema. No lo olvidemos, así es el cinismo del capitalismo.http://casaquerida.com/2012/06/20/si-volvieran-los-quijotes/
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