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África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado

Golpe en Malí

Autor invitado: Alex Prats (*)

Nuevo golpe de Estado en África. Esta vez en Malí, país al que diversos polítologos y académicos han recurrido frecuentemente, junto a Bostwana, Mauricio o Senegal, como ejemplo de consolidación democrática en África. Los intentos de hacerse con el poder con la fuerza de las armas en el continente superan el centenar entre 1946-2004 (vean listado con detalle de éxito o no, fecha y balance de muertos).

Familiares de soldados combatientes en el Norte de Mali manifiestan su colera contra el presidente Touré. Foto: AFP

Y este golpe de Estado contra el gobierno del Presidente Amadou Toumani Touré, llevado a cabo por una facción del Ejército a falta de un mes para la primera ronda de las elecciones presidenciales (descontentos, al parecer, con la gestión del conflicto tuareg en el norte del país; ver más informaciones aquí y aquí el seguimiento en Jeune Afrique y en Slate Afrique) vuelve a poner encima de la mesa el debate de hasta qué punto los procesos electorales en África pueden actuar como catalizadores de conflicto y violencia.

Senegal, en un contexto muy distinto al existente en Malí, nos acaba de ofrecer otro ejemplo, por muchos inesperado, de conflicto entorno a procesos electorales. También el enfrentamiento pos-electoral desatado entre seguidores de Alassane Ouattara y Laurent Gbagbo en Costa de Marfil está todavía fresco en nuestra memoria. Y, seguramente, a pocos le sorprendería que el desorden volviera a las calles de Nairobi (Kenia) a medida que se acerque la fecha prevista (marzo 2013) para las próximas elecciones presidenciales, muy marcadas por la cuestión étnica.

Mapa incluído en el artículo "Las armas de Gadafi, un legado mortal para África", en AfricaTime, con detalles de las células de AQMI (Al Qaeda en el Magreb Islámico). El grupo independentista tuareg Movimiento Nacional de Liberación de Azawad (MNLA) se levantó en armas el 17 de enero para exigir la autodeterminación del norte del país. Las autoridades acusan al MNLA de estar apoyado por el AQMI, por el grupo islamista radical Ansar al Din, por excombatientes de las fuerzas del difunto coronel libio Muamar el Gadafi y por traficantes. Ver artículo "Armas procedentes del Sahel", de JM Calatayud.

La democracia ofrece un sistema determinado, bien conocido, para la resolución de conflictos. No soy yo de los que piensan que todo lo que hacemos o dejamos de hacer está impregnado de una perfecta racionalidad, pero, al mismo tiempo, se debe reconocer que, en determinados países, intentar influir en un conflicto a través de un golpe de Estado puede ser percibido como la vía más rápida para lograr el éxito.

De acuerdo con el experto en ciencias políticas Patrick J. McGowan, ha habido 108 golpes de Estado en África sub-Sahariana entre los años 1956 y 2001, de los cuales 80, es decir, algo más del 42%, han alcanzado sus objetivos, a menudo sin grandes estrategias ni recursos financieros o militares. Con estos datos en la mano, quizás no sorprenda la frecuencia con la que se recurre al golpe de Estado en algunos países de África. El análisis de McGowan también apunta otras conclusiones interesantes, como por ejemplo que los países que han sufrido golpes de Estado militares tienen más probabilidad de sufrir un nuevo golpe en los cinco años siguientes, debido precisamente a la posibilidad de divisiones en el seno del ejército. O que aquellos en los que la democracia está más asentada es menos probable que se de un golpe de Estado, hipótesis que el golpe de esta noche pasada en Mali parece contradecir. Finalmente, los datos muestran que es precisamente África del Oeste, con 85, la región en la que más golpes de Estado se han producido durante el período estudiado.

El Presidente Amadou Toumani Touré. Foto: AFP

Que quede claro que no estoy haciendo romanticismo, por defecto, sobre la calidad de nuestras democracias. Con la que está cayendo en Europa, no es éste el momento para hacerlo. Sí me atrevo a afirmar, no obstante, que uno de los principales retos de cualquier sociedad es la puesta en práctica de mecanismos no violentos para la resolución efectiva de sus conflictos. En este sentido, es importante no dejarse engañar por las estadísticas. La historia demuestra que la capacidad de los pueblos africanos para aceptar, gestionar e integrar las diferencias, así como para resolver el conflicto a través del diálogo, ha sido, a menudo, superior a la nuestra.

(*) Alex Prats es de Barcelona y reside en Londres. Trabaja desde hace ocho años en Intermón Oxfam, los últimos cuatro como Director Regional de Africa del Oeste y Magreb; ahora se encuentra en excedencia, cursando un Master en Politica Africana en SOAS.

Más información: sobre aspectos concretos y generales relacionados con la Paz: Barómetro de la Paz de la Escola de Cultura de Pau; Panafricanismo, ensayo aquí y sobre conflictos. Y el vídeo con el mensaje de los militares sublevados en Mali vía televisión.

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