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Al chef Mario Batali se le atragantan las propinas

El prestigioso cocinero se ve obligado a devolver cuatro millones de euros a sus empleados

El cocinero Mario Batali  con la actriz Julianne Moore.
El cocinero Mario Batali con la actriz Julianne Moore. GTRESONLINE

La propina en Nueva York es sagrada. Y no respetar esa regla no escrita en la jungla de cemento y asfalto que se alza sobre el granito de la isla de Manhattan puede poner en ridículo hasta al más popular de los chefs del momento. Si no, que se lo pregunten a Mario Batali. El empresario y estrella de Food Network va a tener que pagar 5,25 millones de dólares, unos cuatro millones de euros, a sus empleados para resolver una disputa legal.

Cualquier caso que llega a los tribunales relacionados con el asunto de las propinas es seguido al milímetro por los propietarios de los bares y restaurantes en la ciudad de los rascacielos, por el impacto que puede tener en sus negocios. Los litigios como el de Batali, iniciado hace dos años, se resuelven al margen de la corte, por si al juez le diera por ponerse al lado de los empleados.

En los restaurantes de Mario Batali y de su socio Joseph Bastianich, como los exclusivos Del Posto y Babbo u otros más populares como Casa Mono o Bar Jamón, trabajan más de un millar de personas, incluidos camareros y recogeplatos. Sus empleados le acusaron de quedarse ilegalmente con parte la caja de propinas, para así poder engordar sus beneficios.

No es el único chef estrella que en los últimos años ha sido señalado por saltarse las normas laborales. Y no es el único atragantón público que se lleva Batali en los últimos meses. Con el movimiento social de protesta 'Ocupemos Wall Street' tomando las calles de la zona baja de Manhattan, el empresario de 51 años saltó en noviembre a la palestra por comparar “el mal creado por los banqueros al mundo” con las dictaduras de Hitler y Stalin.

Lo que no vio venir Batali fue la reacción del mundo de las finanzas a sus palabras, los “diablos” que precisamente son sus clientes y que nutren su imperio. Algunas firmas amenazaron con boicotearlo, mientras la prensa local le recordaba que tenía abierto aún el caso de las propinas. El restaurador italiano-amerciano-canadiense, conocido por calzar Crocs naranja y llevar pantalón corto bajo la chaqueta de cocinero, pidió perdón.

Batali, que también tiene restaurantes en Los Ángeles y Las Vegas y está considerado por Forbes como uno de los chefs más ricos del mundo, hizo el comentario ante el panel de Time que elige a la persona del año. Se quedó sin la prestigiosa portada de la revista, pero apareció en muchas otras por el escándalo de las propinas mientras otros cocineros estrella se distanciaban por el daño que pudiera causarles tanta polémica mediática.

Los abogados de Batali y de sus empleados se limitaron a decir que “la cuestión se solucionó de la mejor manera para las partes”. Ahora un juez debe aprobar el pacto. Además de sus restaurantes, abrió hace dos años en el distrito de Flatiron el complejo gourmet Eataly, publica libros y pone su nombre en productos de menaje.

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