Día Internacional de la Mujer
Como mujer me dispongo a celebrar este día con escaso entusiasmo. Soy jubilada y veo que mi pensión pierde poder adquisitivo día a día con los recortes aplicados por un gobierno, el de Rajoy, que nos ha engañado con ese aumento irrisorio del 1% que no cubre ni de lejos todo lo que nos quita por otro lado. Además, estoy seriamente preocupada por los recortes en la sanidad y con la suspensión de la ley de dependencia, que reducen sustancialmente mi esperanza de tener una vejez digna.
Eso en lo que me afecta a mí individualmente, pero también tengo una hija cuya aspiración de formar una familia se está convirtiendo en una misión imposible. La reforma laboral no sólo perjudica la situación de la mujer que pretende conciliar la situación profesional con la vida familiar sino que es un instrumento de sometimiento al empresario que hace impensable asumir la perspectiva de un embarazo sin miedo a perder el puesto de trabajo. Si a eso le sumamos que, a igualdad de función y según todas las estadísticas, el salario de la mujer es entre un 15 y un 20% inferior al de los hombres ¿creen ustedes que puedo celebrar algo?
Me parece que ante esta perspectiva de envejecer sin nietos y en medio de tanta injusticia social, más bien voy a optar por buscarme un rincón apartado donde poder llorar a gusto.— Rosa Ruiz. Madrid.
Tristes son las circunstancias que en este país concurren para la celebración este año del Día Mundial de la Mujer Trabajadora. En solo cuatro meses este Gobierno ha asestado un duro golpe a los avances que a lo largo de los últimos años se habían logrado para equipararnos al resto del mundo civilizado en cuanto a la igualdad de la mujer. Al anuncio de la supresión de la ley del aborto para hacerla retroceder a la situación de hace 30 años, se une la supresión en varias CC<TH>AA gestionadas por el PP del acceso a la píldora del día después y encima una nueva reforma laboral que perjudica a todos, pero bastante más a la mujer trabajadora.
Si hace un año se podía sentir satisfacción por lo conseguido hasta entonces, aunque todavía quedaba un largo trecho por recorrer para llegar a la igualdad plena en derechos y deberes con el hombre, con el retroceso de estos cuatro meses ese camino parece interminable. Si hace un año reclamábamos la supresión de burkas y pañuelos para las mujeres de creencia musulmana en nuestro país, hoy tendrán que sacar todas nuestras mujeres el pañuelo, no para cubrir sus cabezas, sino para enjugar las lágrimas de rabia y de coraje ante el paso hacia atrás de este Gobierno que nos quiere llevar más que a Europa hacia África en los temas de igualdad de la mujer… y en los otros también.— Eduardo Gonzalo Ugarte. Madrid.
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