A por la corona de Ana Belén
Las sobrinas de la cantante reclaman triunfar en la moda
En la Arcadia del pop español pocos lugares se intuyen tan magnéticos como el vestidor de Ana Belén. No solo porque su envidiable figura resista la prueba de cualquiera de sus reliquias, sino porque su condición de musa no ha hecho sino acrecentarse con el tiempo. Ni siquiera sus sobrinas, las gemelas Lucía y Helena Cuesta, han osado irrumpir en él. Y mucho menos arrasarlo en busca de un estilismo con el que aderezar las noches del Madrid moderno del que son, a su vez, aspirantes a musas. “Y eso que tiene todos los prototipos imaginables de Jesús del Pozo, entre muchas maravillas”, confirman. “Para nosotras tener una cantante y actriz en la familia era como ‘¡halaaaaa!’. Recordamos haber visto la corona de La corte del faraón toda la vida en la oficina de nuestros padres, nos encantaría haberla robado para hacernos un look o algo... ¡Tenemos que recuperarla!”.
Ahora que la diva de la progresía ochentera parece haberse descolgado definitivamente del mundo (como probó en una gala navideña anclada en el pasado), sus sobrinas aspiran a escribir parte del futuro. Su padre, Julio Cuesta, es el hermano de la cantante y su manager “de toda la vida”. Su madre, manuela Camacho, quiso ser actriz pero se apeó pronto. “Estuvo muy metida en la movida. Se encargó del vestuario de Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón. Le dijimos que si nos dejaba estudiar para ser actrices y nos dijo que ni de coña”.
El día en que hicieron jirones para vestir a una Barbie una blusa de Armani que su madre atesoraba del rodaje de La pasión turca, no hubo vuelta atrás: estaban destinadas a estudiar diseño. Tras su paso por el IED ya planean lanzar su propia marca de joyas inspirada en el romanticismo gótico. “Somos bastante oscuritas”, aclaran. Con su amiga de la infancia María Forqué (hija de Verónica Forqué) acaban de participar en la campaña Loewe Oro. Forman parte de la generación de caras nuevas llamadas a remozar la imagen de la firma de lujo. Todas comparten la condición de it-girls, un término tan fácil de proclamar como difícil de defender. “Es guay que te digan que lo eres cuando no lo buscas, pero es que ahora hay un montón de chicas en Madrid obsesionadas con serlo”. ¿Ellas no? “Buff, poner toda nuestra energía en algo así nos aburre totalmente”.
“Tenemos que recuperar la corona que llevaba mi tía en ‘La corte del faraón’ para hacernos un ‘look’ o algo”
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