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El mercado laboral sufrió en marzo un golpe sin precedentes

El impacto de la crisis sanitaria se reflejará en datos históricamente negativos de paro y afiliación

Cartel que anuncia el cierre de un bar en Madrid, el pasado mes de marzo.
Cartel que anuncia el cierre de un bar en Madrid, el pasado mes de marzo.NurPhoto via Getty Images
Manuel V. Gómez

El empleo sufrió en marzo el peor mazazo de su historia. El parón de actividades tras la declaración del estado de alarma provocó el cierre de muchos negocios. La cascada de despidos y suspensiones temporales (ERTE) deja un sombrío panorama en el mercado laboral. Con independencia de la estadística que publicará hoy el Ministerio de Trabajo —no incluye todos los ERTE y deja sin contabilizar los 1,5 millones de afectados por las suspensiones temporales—, la destrucción de empleo el pasado mes fue histórica. Las dos semanas comprendidas entre el 16 de marzo, cuando se decretó el parón, y final de mes fueron las peores. No solo por los contratos que se destruyeron, sino por los que dejaron de hacerse en el inicio de la temporada turística.

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La incógnita está despejada antes de que hoy mismo se conozcan los datos oficiales: los números del mercado laboral en marzo serán muy malos. Faltan los números concretos. Se conocen a las nueve de la mañana de este jueves, pero no caben dudas sobre el negro panorama que van a arrojar por el impacto de la crisis provocada por el coronavirus. El paro registrado subirá mucho y la afiliación se hundirá. Y eso que estos números no recogerán a los afectados por ERTE, que superan el millón y medio de afectados.

Pocos se han atrevido a dar cifras. Sí lo hizo el secretario general de Comisiones Obreras, Unai Sordo, que habló del riesgo de que se perdieran un millón de empleos o más. En realidad, pensaba en los temporales y los indefinidos que tienen poca antigüedad y, por tanto, con una indemnización por despido más barata. Solo quedándose a mitad de ese cifra, ya superaría holgadamente el que hasta ahora ha sido el peor dato de las series estadísticas, enero de 2009, cuando en los peores momentos de la Gran Recesión el paro subió en 200.000 personas (la agencia Servimedia adelantaba este miércoles que serían 300.000) y se perdieron casi 350.000 afiliados medios.

Sin embargo, este último dato servirá para pocas comparaciones esta vez. El mazazo sanitario y, en consecuencia, económico llegó a mitad de mes. A diferencia de lo que sucede normalmente con los números de afiliación, esta vez puede reflejar mucho mejor lo sucedido los datos de final de febrero y de final de marzo. Y ahí, en los primeros días de esta crisis ya se observa que la ganancia anual de afiliados que llevaba España en febrero -360.000 en 12 meses- ya se había esfumado.

“Piensa solo en los temporales y en el turismo”, responde Miguel Ángel Malo, profesor de Economía en la Universidad de Salamanca y estudioso del mercado laboral. España es un país con altas tasas de temporalidad, cada mes se firman unos dos millones de contratos y más del 90% temporales, y muchos de estos últimos no llegan ni a una semana de duración. Estos números dicen que cada día entra y sale del empleo mucha gente, con lo que la dinámica que mantiene el mercado laboral se puede quebrar con facilidad ante un shock como el sufrido por la crisis sanitaria. Es decir, por el agujero de la temporalidad se puede estar cayendo mucho empleo y subiendo el paro.

El turismo será otro baldón, uno más de los muchos que van a castigar el mercado laboral. Este sector ha sido durante los últimos años el motor al que se ha agarrado la economía española para salir de la crisis anterior. Y marzo era el mes en que arrancaban las contrataciones. Este año no ha sido así. No es que el sector haya comenzado a medio gas, es que ni se ha podido poner en marcha.

También el exministro de Trabajo, Valeriano Gómez, cree que los números de marzo van a ser malos sin paliativos. Sospecha que este mes empeorará lo visto en enero de 2009, el peor en las series estadísticas hasta la fecha. Sin embargo, él y el economista José Carlos Díez hacen una advertencia: “Peor será abril”. El confinamiento no comenzó hasta mitad de mes y los primeros días de mes comenzaron bien, según las señales que transmitían hace semanas en el Gobierno. Luego llegó el impacto de la crisis sanitaria y ese impulso se diluyó de golpe. Pero eso no llega a la estadística en un abrir y cerrar de ojos.

Y, además, están los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE). Este mecanismo no ha evitado la pérdida del trabajo a los temporales, opina el exministro Gómez. Al menos en los primeros días que siguieron a la tramitación del estado de alarma. Después el Gobierno impuso el paréntesis de los temporales afectados por suspensiones de empleo, pero ya había pasado más de una semana.

Lo que es seguro que es que la cifra de afectados por ERTE no se verá en los números de paro registrado y afiliación, como tampoco en los grandes números de la encuesta de población activa (EPA). Quien tiene un empleo suspendido –o una reducción horaria- no se considera desocupado de acuerdo a las definiciones internacionales que se emplean para la elaboración de estadísticas laborales, como la EPA, que emanan de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Y, en cuanto al registro de parados, tampoco se les ha incluido de acuerdo con la orden ministerial con la que se elabora este dato administrativo desde 1985 ni con los cambios metodológicos que hubo en 2005 sobre ese mismo criterio oficial.


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Sobre la firma

Manuel V. Gómez
Es corresponsal en Bruselas. Ha desarrollado casi toda su carrera en la sección de Economía de EL PAÍS, donde se ha encargado entre 2008 y 2021 de seguir el mercado laboral español, el sistema de pensiones y el diálogo social. Licenciado en Historia por la Universitat de València, en 2006 cursó el master de periodismo UAM/EL PAÍS.

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